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GIFF 26: Luis Estrada y el accidente de ser un provocador

Sincero, cómodo y sin miedo a la censura. Así se mostró Luis Estrada con el público presente en el GIFF 26 durante su interesante clase magistral.

AJ Navarro

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Sincero, cómodo y sin miedo a la censura. Así se mostró Luis Estrada con el público presente en el GIFF 26 durante su interesante clase magistral.

En una conferencia magistral ofrecida en León, el cineasta Luis Estrada habló de cómo entró en el negocio del cine así como la influencia de su padre en él junto a varias anécdotas acerca de su filmografía, siendo la cereza del pastel del homenaje que el GIFF 26 le rindió al entregarle la Cruz de Plata y la Medalla de la Filmoteca de la UNAM.

El comienzo de la pasión por el cine

Fue todo un accidente lleno de varios privilegios. Desde los seis años, que fue cuando acompañaba a mi papá ya a los estudios de cine, encontré que la vocación mía era hacer cine. Puse todos mis esfuerzos para encaminarme hacia eso. Me enamoré con pasión e intensidad de este arte, incluso como espectador”, recalcó Estrada al inicio de su máster class con el público.

Luis siguió rememorando sus inicios en la industria del cine mexicano. “Desde la ahora ENAC se tenía una tendencia de cómo se tenían que hacer las películas. Buscaban crear un cine militante, marxista, de izquierda, trotskista y yo decidí, como provocación, hacer un proyecto en inglés con todos los aires de la tira cómica Boogie el Aceitoso, un tipo fascista que hablaba mal de todo y me costó la expulsión. Entonces comencé a trabajar profesionalmente como asistente de dirección, un poco por nepobaby al lado de mi padre y después participé en otras con Cazals, Ripstein entre otros”.

Luis Estrada reconoció que pudo crear otro tipo de carrera, pero es su particular relación con México la que lo hizo quedarse. “Siempre he tenido una debilidad por este país. Estuve muy tentado a salir pero cuando surgió la chance, dije no, porque quiero hablar de esta nación. Tengo una relación de amor y odio con ella. Hay días que, como una cosa medio esquizofrénica, adoro mi país por lo que ofrece y que no hay en otro lugar del planeta pero de repente pasan cosas que causan ese repudio inmediato. Creo que todo tenemos esa dualidad que nos hace sentir un tanto frustrados”.

Luis Estrada responde a las preguntas del público presente en la clase magistral moderada por Columba Vertiz. Foto: GIFF.

Un Camino Largo en el cine mexicano

Su primer largometraje fue Camino Largo a Tijuana, donde comenzó a crear las redes que lo han sostenido en su carrera. “Conocí a muchos colaboradores que aún trabajan conmigo como Jaime Sampietro, mi eterno coguionista, así como Sandra Solares, que ha sido productora de todas mis cintas. Fue un proyecto independiente que encabezó a una generación que le dio la vuelta al cine mexicano que estaba muy anquilosado, aparejado de las decisiones políticas que siempre deciden qué tanto impulso o no se le debe dar a la cultura. En ese momento, eran años oscuros pues se vivieron crisis tremendas que afectaban a todos”, declaró.

Por otra parte, también se sinceró acerca de uno de sus filmes más incomprendidos que es Ámbar. “Es una cinta que a todos los que estuvimos involucrados nos encanta, pero no se si fue por pretenciosa, atípica o insólita en el panorama del cine mexicano que le fue muy mal. Fue un fracaso en todos sentidos y estuvo a punto de retirarme del cine. Fue un madrazo en mi carrera y mi vida, posiblemente el más fuerte. Era tan ambiciosa en lo narrativo y visual que puedo decirte que no hay película más hermosa que se haya filmado en México y ayudó a que ‘El Chivo’ Lubezki fuera a Hollywood a ganarse sus tantos Óscares”.

Está basada en un texto de Hugo Hiriart, creada a niveles tan complejos en un relato fantástico lleno de aventuras al estilo de Joseph Conrad con El Corazón de las Tinieblas junto a Las Mil y una Noches. Era tan ambiciosa que, tristemente, casi nadie la ha visto. No tengo derechos para distribuirla ni está digitalizada, existe el negativo en propiedad del IMCINE y parte de mi obligación es hacerla eventualmente accesible para todos, fue todo un punto de quiebre donde reflexioné si servía para esta carrera o no”, añadió el cineasta.

La provocación natural de Luis Estrada

A pesar de su vasta experiencia, fue con una cinta que llegó a cines en 1999 que el director se gano su ‘infame’ reputación: La Ley de Herodes. “Creo que se volvió una especie de termómetro para el clima de malestar que ya había en el momento dentro del país. Existía una sensación de sistema agotado con el PRI, pero todos nos equivocamos porque el mismo sigue vivito y coleando pero con otra cara, no se terminó por agotar”, mencionó mordazmente.

Al lado de Leticia Huijara, Luis Estrada recibió su merecido homenaje una noche antes de platicar con su público. Foto: GIFF.

Estrada abogó por el contexto en el que fue creada la historia como un factor de su éxito. “El sueño utópico del Salinismo terminó por ser una pesadilla. Hubo gente que lo perdió todo. Entonces, Jaime y yo nos dimos cuenta que era increíble que nadie hubiera contado la historia de ese partido político así como el sistema político mexicano que se convirtió en la dictadura perfecta. Decidimos entonces hacer esa sátira sin miedo a la autocensura, llamando a las cosas por su nombre  y expresar lo que sentíamos por toda esa bola de cabrones”.

“El fantasma que gravitó a lo largo del cine mexicano siempre fue la censura y la autocensura. Por eso, la película fue un parteaguas. Los acusamos de corruptos, impunes y asesinos, lo cual era una dura realidad. El partido y el gobierno hicieron hasta lo imposible porque la cinta no se viera, trataron de desaparecerla y corromperme incluso a mí. Temían que el público descubriera que esos eran ellos, lo que era estúpido porque ya se habían dado cuenta de los problemas de su sistema. Lo que generó fue todo un evento histórico que no tiene nada de heroico ni valiente pero apoyó a definir el nuevo rumbo de mi carrera”, añadió el director.

Y es que, para Luis, los políticos son demasiado indulgentes con su imagen. “Cuando se les critica a través del entretenimiento popular que es el cine, no les gusta. Podríamos hablar de cada uno de los presidentes que se ofendieron pero en resumen, no les gusta que los ridiculicen. Cuando estos cuentos están bien articulados, la gente conecta con ello. La furia de Calderón contra El Infierno fue porque dejaba claro que no existía una guerra santa de buenos contra malos sino de un problema del sistema y la serie de decisiones ridículas, casi suicidas, de las que aún estamos pagando sus consecuencias”, aseveró.

El cineasta mexicano se mostró atento, directo y crítico en la charla que tuvo con el público en León. Foto: GIFF.

Ni de izquierda ni derecha: la sátira constante de Estrada

El realizador mexicano aprovechó el momento para lanzar dardos filosos y demostrar que él agarra parejo contra todos, señalando una práctica peculiar del actual presidente de México. “Obrador pirateaba mis películas cuando contendía en la carrera presidencial del 2006 y 2012 por cientos de miles y las repartía en sus mítines. Claro que, ahora que le tocó a él verse en el espejo de Que Viva México, el que era un luchador social se convirtió en un racista, clasista  un personaje vomitivo de las fuerzas más oscuras de la derecha mexicana. Y ahora que esta última cinta mía fue generada desde la izquierda, le duele porque él no es izquierdista”.

Asimismo, el hijo de José “El Perro” Estrada señaló que siempre pone por delante la historia sobre la provocación. “Mi objetivo siempre ha sido hacer la mejor película posible. Creo que poniendo por delante lo otro acabaría haciendo un panfleto de propaganda o proselitismo político. Pero de alguna manera, mi carrera si tiene una marcada diferencia entre mis primeras tres cintas donde mi vocación estaba mucho más clara hasta que llegó la crisis posterior al sexenio de Salinas de Gortari que devastó al país”, mencionó.

 También, Luis Estrada aprovechó para confesar cómo es que forja sus personajes. “Los directores sacamos muchas referencias importantes de otras cintas, entre ellas el trazo de los personajes. Vemos algunos que funcionaban bien en cierto filme y buscamos la manera de trasplantarlos a un contexto diferente. El Infierno, por ejemplo, tiene mucha influencia de Tráiganme la Cabeza de Alfredo García, de Sam Peckinpah. El Benny es un homenaje a uno de sus personajes, o al menos así lo decimos los que hacemos esa piratería. Pero ése suele ser el mecanismo para el diseño de los roles”.

Además, añadió las ventajas de ser productor y guionista. “Me vi obligado a entrar en esas áreas para contar lo que yo quería decir y hacerlas lo mejor que yo quisiera con una absoluta libertad para decir lo que se me saliera del forro de los cojones. Cuando haces un guion primero debes escoger el tema que quieres tocar, el género y el tono que piensas llevar en el camino. Y esa ha sido mi guía para los proyectos que he hecho. Claro que, por ello, solo tengo ocho películas en mi filmografía”, especificó.

Sin importar qué partido o persona esté en el poder, Luis Estrada promete siempre ser incómodo. Foto: GIFF.

Finalmente, el siempre polémico realizador habló del oscuro panorama que enfrenta la industria del cine en general, especialmente el mexicano. “Actualmente está metido en un problemón a nivel mundial. Hoy por hoy, la gente está acostumbrada a pensar que las películas van a llegar a alguna plataforma y si no son eventos como Barbie u Oppenheimer la gente no va a salir de su hogar para ir a una sala. Por ello, el futuro del cine mexicano no puede ser más oscuro y pesimista pues, sin afán de acusar o señalar, hay tanto estreno simultáneo en plataformas y demás que los contenidos o cintas acaban siendo sepultadas por la demanda”, concluyó.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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