Yo capitán, una excelente y trágica odisea en el corazón de África

De nueva cuenta, el mundo está volviéndose nómada. Entre la mano imperialista del clan OTAN y la incompetencia de los gobiernos supuestamente de izquierda, los más afectados siempre seremos el común de la población que a nivel masivo, opta por buscar su lugar en otro país. En Yo Capitán, coproducción Italia, Francia y Bélgica, el director Matteo Garrone toma la voz por todas esas historias que se desarrollan en el corazón de África, llenas de esperanza de conseguir una vida mejor a costa de arriesgarlo todo.

Nominada al Oscar a mejor película extranjera, estamos ante una cinta de fuerte reflexión encaminada hacia el público más joven, aquel que no ve las bondades que muchas veces posee contra personas que darían un gran sacrificio para cumplir sus sueños. Tiene todo el perfil de convertirse en uno de esos clásicos escolares para clase de educación cívica.

De qué va Yo Capitán, la pérdida de la inocencia entre el desierto y la atrocidad

En Senegal, Seydou, un adolescente y su primo sueñan con convertirse en grandes músicos. Por supuesto, las oportunidades de lograrlo son escasas, por lo que a base de trabajo duro y ahorro, deciden emprender la aventura hacia Europa para alcanzar su objetivo. No será nada fácil pues la inclemencia de la propia naturaleza del continente así como la crueldad de la gente, serán obstáculos enormes por superar.

En su discurso, el filme plantea esta necesidad urgente de generarnos una conciencia sobre la migración. Al estar inspirada en historias reales de sobrevivientes que lograron cruzar el inclemente Sahara y al todavía peor tráfico de personas, es deleznable conocer las condiciones tan inhumanas a las que son sometidos. Una de ellas, es cuando el joven, es vendido en una red de esclavos en Libia junto a otro individuo. El tipo que los compra paga el exorbitante equivalente a 3500 pesos mexicanos por ambos. De ese tipo de situaciones que te hacen preguntar como no desaparece de inmediato la humanidad.

Pero más allá del mensaje, Yo Capitán posee un toque fantástico que, para darnos un respiro de la tragedia, lo lleva a un giro de aventura esperanzador. Entre espejismos llenos de folclor, Seydou emprende una odisea hacia la maduración, a convertirse en el hombre honesto y trabajador que por ningún lado se cruza en su vida. Él aprende de la manera más cruenta a ser virtuoso, a ser el modelo que le hubiese gustado tener. Esta parte del crecimiento ayuda muy bien a equilibrar con el comentario social que en ocasiones, se vuelve terrorífico. ¡Es el auténtico viaje del héroe!

Sin embargo, como siempre, la película pierde ese potencial de denuncia al quedarse como una voz pasiva sin capacidad de proponer soluciones. El cine está en total poder de influir y mover a la gente como tantas veces lo hemos visto. Pero a Garrone le es más sencillo dejarse llevar por algunas escenas morbosas sin tener el valor de mostrar como esta mítica alrededor de su propio país, también se derrumba en el instante que esta gente pisa tierra. Pierde esa autenticidad pero al enfocar la atención al protagonista, la experiencia no pierde cierto valor.

Conclusión

Ganadora del León de Plata en Venecia a Mejor director, Yo Capitán es una película noble con un sentimiento muy épico de superación. El clímax cuando Seydou es obligado a capitanear el barco sin tener idea de como siquiera nadar y además de ello, debe contener a decenas de personas, es maravilloso. Más aún cuando te enteras que es la primera vez que actúa a nivel profesional y el trabajo realizado es más impresionante.

A través de paisajes impresionantes, la tenaz decisión del joven y la lealtad que entabla con todos a quienes conoce (hasta con el méndigo libio que lo compra) es un gancho perfecto para conocer esta historia, esencial en estos tiempos donde México también se está convirtiendo en un oasis para miles de refugiados. Lo más recomendable es que si tienes hijos, los lleves a ver esta película. En algún sentido los marcará.