Pólvora Live
Billy Joel: el adiós de un pianista en el Foro Sol
Ante un gélido aire, el fuego logró encenderse.
La primera vez que entré al Foro Sol, fue para ver a Billy Joel un 12 de diciembre del 2007. De aquella noche, recuerdo como Billy hizo hincapié en la importancia del día para los mexicanos, el simpático show lleno de divertidos comentarios, los fans villamelones kit Telcel que solo ansiaban al “Piano Man” y en especial, a un gran cover que su banda hizo a “Highway To Hell”.
Trece años después, me reencuentro con el pianista en la que quizá, haya sido su última presentación en México, nuevamente en la misma sede el pasado 6 de marzo. Una noche fría en las gradas pero cálida en el escenario, llena de momentos inolvidables, de fascinar a una nueva generación que apenas cae en cuenta en la relevancia de Joel en el rock (aunque muchos quieran verlo solo como “música de viejos”). Un recordatorio del cancionero que dejó de alimentar en ’93 pero que fue suficiente para marcar generaciones posteriores.
Tras más de 20 minutos de retraso, Billy Joel subió a escena. Para mi, no pudo haber mejor introducción, pues el tema de apertura fue “Big Shot”, mi canción favorita del pianista. Desde ahí todo sería una celebración al legado del cantante, quien del pop suave de “Honesty” y “The Entertainer”, pasaría a sus primeros guiños al rock de antaño cuando tocó el famoso estribillo de “Tequila”. Esta sería una constante a lo largo del recital, pequeños fragmentos de temas famosos que todos ubican al instante.
Cuando por fin Billy tomó el micrófono para hablar a sus seguidores, lo primero que hizo fue notar el fuerte frío que hacía. Detuvo el concierto unos momentos para abrigarse como es debido, con bufanda, gorro y unos llamativos guantes azules. Es jocoso ver que la gente aplaudió hasta por verlo ponerse unos guantes. Ese es su poder de convocatoria. Sino, faltó con haber vivido su momento democrático donde dio a elegir entre “Just The Way You Are” y “Vienna”. Terminó tocando ambas.
La introducción de Los siete magníficos sonó en lo más alto previo a la épica del 52nd Street, “Zanzibar”. Los paisajes sonoros de la Unión Americana comenzaron a dibujarse en las pantallas del Foro a ritmo de “Say Goodbye To Hollywood”, “New York State of Mind” y “Allentown”, esta última un homenaje a la clase trabajadora estadounidense que lo ha tomado como estandarte. Más hits de la radio nacional se presentarían con “My Life”, anticipada por la intro instrumental de “YMCA” que solo unos cuantos se atrevieron a bailar. Espero haya sido porque estaban entumidos.
Una postal más, una encanto de escena digna de Brooklyn. Michael DelGuidice, guitarrista de Joel, impresionó a todos cuando tomo el micrófono para llevarnos a la ópera con su rango de tenor para interpretar un fragmento de Giacomo Puccini antes de “Scenes From An Italian Restaurant”. Si de crear atmósferas se trata, el hombre sabe lograrlo y al final de esta canción, fue inevitable pensar que… ¡Billy Joel interpretó casi todo su álbum The Stranger del ’77! Que excelente detalle para sus más férreos fans.
Regresaría un par de minutos después para el encore de sus grandes hits, empezando por “We Didn’t Start The Fire”, decorado con proyecciones de cada individuo o hecho mencionado. Mucha gente odia este maratón de la cultura pop y referencias históricas, aunque es de reconocido ingenio recitar una clase de historia con datos generales para la gente de 1980, aunque muchas de estas se han perdido, ¿o a cuántos millenials han escuchado que recuerden al Congo Belga, al Ayatola o a Doris Day? Sentía gran curiosidad de como sería retratado en las pantallas el momento en el que mencionaran al heavy metal y no defraudó al ser un cariñoso homenaje a Ozzy Osbourne y su Blizzard of Ozz. Épico.
Seguiría “La Chica de Ciudad”, aunque en este momento, lo más llamativo se dio tan solo en la fila detrás de mi, donde una familiar entera desplegaba una lona donde pedían que tocara “Piano Man” en homenaje a su fallecida madre. Mucha ternura al ver sus rostros iluminados cuando esto ocurrió. Misión cumplida, amigos.
El cierre se llevaría los mejores pasos, pues la gran mayoría se levantó de su gélido letargo para bailar un poco al ritmo de “It’s Still Rock and Roll To Me” y “You Maybe Right”, esta última en una combinación con el “Rock and Roll” de Led Zeppelin para saciar ese ímpetu rockero de antaño. Al final, todo fue alegría, risas, baile, cantos. Billy Joel cumplió cada segundo al imponer su talento, presencia y carisma sobre el escenario de Churubusco. Si este es el adiós definitivo, los miles que ahí estuvimos tenemos una anécdota que contar por muchos años. Sobre como el pianista nos conquistó a todos.