Cine
Crítica de Pinocho: un live action de Disney+ con muy poca magia
Pinocho con Tom Hanks como Gepetto es una película que sirve solo para entretener a los niños muy pequeños.
En 1940, Leigh Harline y Ned Washington compondrían un tema musical que se convertiría en el sello de una empresa. A 82 años de distancia, todos siguen pidiéndole un deseo a una estrella con Disney, tratando de encontrar en ello la magia de los clásicos animados que ofrecieron de grandes historias como Blanca Nieves, la Bella Durmiente, la Cenicienta o en este caso, Pinocho.
Y aunque esa canción se ha vuelto característica para la empresa del ratón, pareciera que siguen empeñados en capturar a nuevas audiencias con remakes/refritos/reinvenciones de los mismos, teniendo uno que otro decente (La Cenicienta de Kenneth Brannagh, El Libro de la Selva de Jon Favreau) pero con muchos más resultados negativos, a los que se suma esta reimaginación del niño de madera que busca ser de carne y hueso, en el clásico cuento italiano de Pinocho.
SOLO QUIERO SER UN NIÑO DE VERDAD AUNQUE FALLE EN EL INTENTO
Esta cinta, que llega directo a Disney+, nos narra de nueva cuenta el relato de Gepetto (Tom Hanks), un viejo carpintero que después de haber perdido a su hijo, crea un títere que cobra vida gracias al deseo cumplido de un hada azul (Cynthia Erivo) de nombre Pinocho (voz de Benjamin Evan Ainsworth). Al lado de la voz de su conciencia, Pepe Grillo (voz de Joseph Gordon Levitt), el niño aprenderá las lecciones de vida en su búsqueda de ser un buen hijo y tratar de hacer el acto más noble para convertirse en un pequeño de verdad.
Esto marca el regreso de Robert Zemeckis, director detrás de cintas memorables como la trilogía de Volver al Futuro, Forrest Gump y otras, ante el mando de Disney, donde su paso fue de regular a muy desafortunado después de la aceptable Los Fantasmas de Scrooge al lado de Jim Carrey y la tremenda decepción de Marte Necesita Mamás. Aunque el equipo alrededor del filme suena interesante, no basta para darle vida a un clásico como lo es este cuento.
Y es que, al darle vida (literalmente) a la versión animada, pierde mucha de la magia y encanto que tiene su versión original de hace ocho décadas, convirtiéndose en otro intento mediano que, ya sea por el morbo o el rechazo absoluto, genera el suficiente interés para hablar de ella pues no toda la madera en este muñeco es mala o está podrida.
La irregularidad en esta versión de Pinocho (porque se viene otra a fin de año con San Guillermo del Toro) es una constante flaqueza. Aunque narrativamente es una copia de la animada, hay unos cuantos cambios que, o pasan desapercibidos, o simplemente no encajan bien. Hablando de la animación CGI, hay cosas como Pepe Grillo o el diseño de Pinocho, incluso del gato de Gepetto que se ven idénticas a la cinta animada, tanto así que chocan con el mundo tan ‘realista’ que propone Zemeckis.
Hay veces que los personajes pueden lucir muy bien, muy falsos o inclusive dan una sensación de extrañeza. Por si fuera poco, lo mismo pasa con las actuaciones. Aquí, Tom Hanks y su Gepetto parecen una parodia exagerada de un anciano vuelto loco que, en lugar de ser emotivo, se vuelve forzosamente gracioso. Por otra parte, están Cynthia Erivo y Luke Evans, que lucen muy bien, pero son desaprovechados con escaso tiempo en pantalla.
PINOCHO, NO TODO ES MALO
En cuanto a las voces, Joseph Gordon Levitt sorprende al dar vida a la conciencia de nuestro protagonista, Pepe Grillo, que es quien cuenta nuestro relato. A él se suman otros talentos que funcionan de manera tajante para la cinta. Sin embargo, hay problemas en el guion que hacen que el protagonista de repente vuelva irrelevante a Pepe Grillo, pareciendo tener conciencia propia y cayendo en sendas contradicciones que tampoco ayudan a la narrativa.
Existen a su vez grandes secuencias que son una copia de la cinta original que pueden ser tomadas como un bonito homenaje o como una falta de originalidad absoluta. Incluso aquí, Zemeckis de repente juega con unos guiños que resultan fuera de lugar o anacrónicos, como la divertida mención de los influencers o el poder ver un montón de personajes que no tienen nada que ver con este universo pero que están ahí, haciendo guiños incomprensibles que afectan a la película.
Así, el afamado muñeco de madera no sale tan bien librado de esta moda de los live action, pues con un final tan abierto donde podría interpretarse algo muy lírico (o simplemente la falta de idea y presupuesto), hasta con estos puntos irregulares en el ritmo, la historia y el casting mismo, nos termina por ofrecer una fábula completamente deslucida donde la magia se agota y el mejor deseo para pedirle a una estrella seria que dieran vida a otros muñecos e historias y dejaran a los clásicos en paz.