Las Momias Y El Anillo Perdido, grandes héroes para una mala aventura

Llega esta semana a salas Las momias y el anillo perdido, producción española (doblada acá en español latino, por si se preguntaban) que busca ganarse el corazón de los pequeños del hogar. Con una ambientación del antiguo Egipto en un encuentro con tiempos actuales, ¿qué podría salir mal? La respuesta parece obvia pero a pesar de su estereotipada concepción, el filme posee cualidades que vale la pena rescatar y hasta considerar para el 2×1.

Las momias y el anillo perdido, un universo que pudo dar para más

En el centro de la Tierra, se oculta una ciudad habitada por momias egipcias. Así conocemos a Thut, un auriga retirado por su irónico temor a la velocidad. Accidentalmente, es elegido por el Ave Fénix, mensajero de la diosa del amor, para casarse con la princesa Nefer, sucesora al trono. Hasta entonces, le es encomendado guardar el anillo real… Mismo que es robado por un malvado británico que hace honor al pasado saquea tumbas de la isla. Thut, su hermano, Nefer y el simpático Croc, emprenden una aventura al mundo de los vivos para recuperar la reliquia antes de que sea más tarde.

En un mundo post Gato con botas: el último deseo que reinventó el significado de como llevar una cinta infantil de aventuras, resulta trivial la existencia de Las momias y el anillo perdido. Es la clásica fórmula de siempre, desde el villano de bigote retorcido que quiere demostrar ser el más chicles, pasando por el tipo que debe superar sus debilidades y la chica audaz y temeraria pero sensible, hasta los números musicales. ¡Obvio siendo sobre egipcios también sale la famosa canción de las Bangles! Aún así, hay elementos muy rescatables dentro de su desarrollo.

A partir del típico “extraño en un mundo extraño”, gran parte del tiempo maneja un humor divertido. Desconozco que ocurra que siempre produce gracia ver a personajes de distintas épocas con artificios del presente pero funciona (al menos conmigo). En una escena, los protagonistas van a un centro comercial para adecuar su imagen. De repente, una voz habla por la bocina y ellos en su inocencia, creen que es Ra. Joyita.

Igualmente, los números musicales están bien logrados y lo más importante, no se vuelve un recurso constante. Desconozco quien sea la voz en español de la princesa pero fue agradable escucharla.

Pero juro que dos estrellas de mi calificación se deben a la amena presencia de Croc, la mascota del equipo. Prueba de que aún no hay tanta amargura después de tantos churrazos reseñados aquí, sus intervenciones están llenas de ternura y diversión. Verlo jugar con su marranito de peluche o escucharlo reír, es encantador. Tan sólo por él, valdría la pena checar la película en alguna matinée de Azteca 7 porque de ahí en fuera, el resto del cuadro en Las momias y el anillo perdido es bastante triste.

Aunque bien intencionados, la construcción de los héroes se vuelve de lo más predecible en la inevitable conclusión de “el mal siempre es derrotado”. Ni que decir del antagonista… Sólo le faltó amarrar a la princesa a las vías del tren y listo, todo el cuadro completo. Al principio es gracioso como el tono de celular cuando llama su madre es la música de Psicosis pero pronto se siente gastado. Ni que decir de las perradas de sus dos canchanchanes, los típicos babosos que siguen órdenes sin chistar hasta el fin.

Al final, logra equilibrarse la experiencia para los más jóvenes que poco les importarán las incongruencias de cada viaje o el triste desenlace para Ed, un joven productor que le da su oportunidad a Nefer en el mundo musical (tremendo personaje, por cierto). El mensaje es claro y la posterior reflexión a aprender a cambiar de opinión a partir de la experiencia, es valioso. Aunque pudo ser mejor.

Conclusión

Las momias y el anillo perdido se salva de caer en la categoría de “tan genérica que salió del Dr. Descuento” gracias a un buen manejo del humor y algunos personajes memorables. No es para correr a verla pero si algún día la encuentras en streaming o TV abierta y tus hijos ya se aburrieron de lo mismo, valdría la pena echarle un vistazo.

Ahora si me disculpan, iré a Chabacano a pedirme un peluche de Croc… Él siempre estará en mi corazón.