Cine
Crítica de Carlos, la vida de Santana, un documental lleno de magia
Carlos, la historia de Santana, es el gran documental acerca del guitarrista nacido en Jalisco que nadie debe perderse.
Hay personas que están destinadas a la grandeza. Carlos Santana lo supo desde que era niño y por primera vez, sostuvo un violín en su mano bajo la tutela de su padre. Pero al recorrer las calles de Tijuana y encontrarse con un guitarrista tocando junto a su banda (Javier Bátiz y los TJs, por supuesto) no sólo su vida cambió, sino la de millones que fueron alcanzados por su música.
Carlos, la historia de Santana, es un documental imperdible que llegará por tiempo limitado a las pantallas de Cinépolis para narrar una historia de grandeza con este toque de realismo mágico que sólo un mexicano, puede entender y asimilar.
“¿Crees en la magia?”: De qué va Carlos, la historia de Santana
El documental cuenta la historia del guitarrista, tanto desde su punto de vista cómo el de su familia. Es así como lo vemos crecer de Autlán, Jalisco, pasando por un viaje de redención a Tijuana y finalmente, el éxito a partir de su migración a San Francisco.
Carlos maneja una construcción lineal muy amena. Es grato ver el enorme trabajo realizado por el director de escarbar en más de 50 años de material para mostrarnos piezas únicas en la vida de Santana. Ver a aquel jovenazo flacucho escabullirse para tocar en el Fillmore donde humildemente compartía escenario con The Who y Grateful Dead hasta el punto de llegar a Woodstock sin haber lanzado siquiera su primer disco, es de ensueño. Ni que decir del impacto intergeneracional que tuvo Supernatural en la vida de muchos durante 1999. No cualquiera logra traspasar así el paso del tiempo.
Aunque la narrativa se enfoca primordialmente en sus inicios y la época setentera donde su vida dio un giro espiritual, lo valioso del documental es conocer las convicciones del artista que lo llevaron a tomar ciertas decisiones. Los constantes cambios en la alineación, el divorcio con su primera esposa, el haber sido adoptado por un gurú, incluso la iniciativa de tener un documental, todo tuvo una razón profunda para él. La tracción del espíritu que le llama.
Escuchar a Santana hablar es una experiencia relajante, muy divertido ahondar en ciertos temas ajenos a la música. Al recordar Tijuana, es inolvidable su frase de “la ciudad era como la cantina de Star Wars. Venía gente de otras galaxias”. Lo bello recae en sus conclusiones, la reconciliación con su pasado que lo llevó a crecer más como persona.
A nivel estético el director Rudy Valdez intentó recrear un estilo similar a los trabajos de Asif Kapadia (Amy, Senna). Una de las mejores secuencias es un hipnótico montaje a ritmo de “Soul Sacrifice” que nos introduce perfecto a la psique de este sonido tan novedoso, el encuentro del rock and roll con la música tropical. Por ahí se introducen un par de escenas filmadas para la ocasión pero una de ellas, posee una mística que sólo él podría tener, filmada durante la hora mágica en el desierto, iluminado por una fogata y reflexionando sobre la magia. Épico.
Sin embargo, la película no está libre de defectos que francamente, poco importan ante la inspiración que comparte. Aunque al principio se aclara que abordarán temas oscuros en la vida de Santana, lo cierto es que son contados de una forma muy superficial, restándole conflicto y un clímax a la trama. Ni que decir del cierre tan abrupto pues después de arrasar en los Grammy con Supernatural, a los 10 minutos estamos fuera y los veinte años posteriores, quedaron como una simple embarrada.
Conclusión
Carlos, la historia de Santana, es un filme motivador, lleno de encanto y por supuesto, con pura música joya. A pesar de tener tanto en contra, con el apoyo de sus seres queridos y de su propia disciplina, logró todo lo que quiso. El estilo de vida tan pacífico de vida que adoptó es contagioso y hay mucho por aprenderle. En sus palabras: “si pueden, coman unos tacos de pollo, beban un tequila… Y fumen hierba”. Tremendo crack.
¿Lo más triste de todo el asunto? Sólo estará disponible en Cinépolis los días 23 y 27 de septiembre. Después, su futuro será incierto. ¡Inviértanle más sin miedo!