Nunca Jamás en Foro Puebla, puro sombrerudo echando fiesta

Nunca Jamás es una banda que merece un poco más de amor en la capital, si bien la música banda es satanizada por la escena del rock, hoy en día suena como una buena mezcla, más porque en vivo son mucho más prendidos que en disco. Son el rock agropecuario hecho y derecho.

Son divertidos, cuentan muchos chistes y anécdotas aunque solo la gente entienda la mitad de lo que dicen, tienen buenas letras desde esas para desgarrarte las venas lentamente como es “Olvidarte” al desmadre de “Puro Chiqui” y hasta del del orgullo propio en “Demasiado Mexicano”.

Últimamente han estado sacando duetos con DLD, Genitallica, Charles Ans o Yoss Bones. Sí, algunas de ellas suenan a estar viendo Bandamax en los tacos, pero es parte de su mezcla. La verdad es que le han buscado, son de Sonora y eso lo traen bien clavado en su estilo y look, pero con estos duetos llegan a muchos que no los conocían siendo de otros géneros como el indie o el rap. De la misma forma, el público de la música banda tiene un acercamiento a este otro lado. Bien por Nunca Jamás, ya encontró la fórmula.

Nunca Jamás de vuelta a la Ciudad de México

Así que una vez más regresaron a la Ciudad de México para tocar en el Foro Puebla, el resurgimiento de este lugar cercano a la Glorieta de los Insurgentes, que hace años era incomodo ir porque era como un table dance / antro pero con escenario. Honestamente, no ha cambiado mucho, se encierra el calor, pero lo que si cambió es la seguridad, ya te tratan como personas y no como reos. Eso sí, no dejan pasar mochilas ni bolsas grandes, así que si llevas prepara tus $50 pesos de guardarropa.

Ya en el escenario se nota que siguen siendo los mejores amigos arriba y abajo del entarimado, se conocen a la perfección y hay mucho entendimiento, en especial entre Pedro (bajo) y César (batería), Omar es un poco más aislado, pero bien metido en las voces y su lira. Ves esas dos terceras partes corriendo, sonriendo, bailando y siempre alegres, mientras César golpea duro y con agilidad los tambores, trae toda esa escuela del rock dentro. Lo que si es de reprochar, es que ni una manta con su nombre pusieron detrás, solo un fondo negro como si fuera un vil ensayo.

Aquí la gente es la otra parte del show, que no deja de cantar, bailar y hasta propuesta de bodorrio hubo. Las canciones románticas de Nunca Jamás han calado hondo en su gente y por ello basan mucho del show en ellas y eso sí, entre las rolas hay momentos para meter partes de rolones como “¿Y todo para qué?” de Intocable o “La Culebra”.

Algo llamativo es que no tenían un setlist, como buena banda norteña tenían una base, y entre saludos a la gente parecían recibir peticiones. Todos fueron felices, muchos sombrerudos echando fiesta y Nunca Jamás ya encontró su camino entre dos mundos.