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The Cure regresó después de 16 años muy sombrío y atmosférico con Songs of a lost world
Luego de una ausencia de 16 años, The Cure la banda originaria de Crawley, Inglaterra, regresa por sus fueros y reafirma su posición en el olimpo del rock, con el lanzamiento el 1 de noviembre de 2024 de Songs of a Lost World a través de Fiction, Lost Music, Polydor y Capitol Records, además de las plataformas de streaming.
Uno de los álbumes más esperados de las últimas dos décadas, décimo cuarto en la larga y prolífica discografía de The Cure, integrado por 8 temas magistrales donde se abordan temas como el amor, la desesperanza y la mortalidad. Sombrío y atmosférico donde el señor Smith se da el lujo de jugar con lo mejor de sus hallazgos sonoros sin que suene a autoplagio o repetición de sí mismo, con claros y disfrutables guiños a Disintegration (1989) y The Top (1984), por mencionar algunos.
Bajo la producción de Paul Corkett (Placebo), viejo conocido de la banda como ingeniero en Wild Mood Swings (1996) y como productor en el afamado Bloodflowers (2000). The Cure plasma a la perfección su versión del sonido de la eternidad, finamente orquestado, con varias capas de sintetizadores, para crear atmósferas sonoras infinitas.
Liberados del yugo de la pretensión de colocar un hit corto en alguna lista de popularidad, evitan con éxito los temas de longitud efímera, después de todo, es un álbum que se tardó 16 años en cocinarse, y se nota en la hechura de cada rola.
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Estos ocho excelentes temas del mundo perdido de The Cure
Abre con “Alone”, referencia directa a “Plainsong” más no una copia barata, dispara a quema ropa en “Este es el final de la canción que cantamos”, en una oscura y bella oda a lo efímero de la vida. “And Nothing Is Forever”, de nuevo la fragilidad de la vida y la nostalgia por lo que ya no volverá: “Prométeme que estarás conmigo al final, juntos sin arrepentimiento”, porque nada es para siempre y es justo en el ocaso cuando se busca la compañía del ser amado para poder partir sin remordimiento.
Pasamos a “A Fragile Thing“; “no hay nada que puedas hacer para cambiar el final”, la fragilidad del amor y el arrepentimiento por no haber podido salvarlo, cada decisión que tomamos tiene consecuencias, y a veces resulta difícil vivir con ellas. “Warsong”, la sombra de “Empty world” del The Top se hace presente en este tema antibelicista, “Es miserable la forma en que peleamos”, el sin sentido de la guerra, con algunos guiños a The Wall, y la naturaleza autodestructiva de la raza humana.
Segunda mitad del álbum, inicia con “Drone:Nodrone”, “Noche negra e interminable perdida en la búsqueda de más”, la sombra sonora del cuervo se manifiesta en este tema cuya referencia inmediata es “Burn”: riffs distorsionados y una elegante línea de bajo por parte de Simon Gallup.
Seguimos con “I Can Never Say Goodbye“, “Luna de noviembre bajo una fría lluvia negra”, el amor se escapa furtivamente y aunque nos resistamos a dejarlo ir partirá lo queramos o no, ecos de My Bloody Valentine. “All I Ever Am“: “Pienso demasiado en todo lo que se ha ido”, dice reflexivo el señor Smith, de nuevo una mirada hacia atrás para ver el camino recorrido, las pérdidas y las heridas del pasado, que vuelven en forma de canción.
Finalmente cierra con la épica “Endsong”; “Recordando los sueños y esperanzas que tuve, recordando lo que tenía que hacer, y preguntándose qué fue de ese chico”, cierra perfecto el círculo con esta profunda reflexión en lo que parece ser el ocaso de la vida, donde nos preguntamos por lo que ya se ha ido, ya sea una persona, una vida o un mundo, ahora el primer chico imaginario, ve la línea de la vida desde lo que parece ser el final en diez minutos de catarsis electrónica.
Songs of a lost world muestra que The Cure tiene mucho todavía que decir
Estos ocho excelentes temas del mundo perdido de The Cure, de letras desoladoras, con un poco de esperanza, que muestran que Robert Smith tiene aún mucho que decir.
La mala noticia es que hay un mensaje constante a lo largo del álbum: el posible final de la discografía de The Cure, pues su primera línea es “This is the end of every song that we sing”, en la abridora “Alone”.
Estamos ante un álbum forjado a mano por tantas capas de sonoridades como hallazgos que uno se va encontrando a cada tema, de nuevo se confirma con agrado que The Cure sigue bendecido por las musas de la inspiración y ha valido la pena la espera.