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Noche sin paz: la violenta llegada de Santa Claus a la ciudad

Con David Harbour como Santa Claus, Noche sin paz es un buen pretexto para la acción navideña

Mario Valencia

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Reseña de Noche sin paz
Noche sin paz
3 Reviewer
Calificación

La gran mayoría de las películas navideñas existen con el único propósito de rellenar espacios en la cartelera hasta que magicamente, el panzón de traje rojo nos deja bajo el árbol todas las favoritas de la temporada de premios. Pero entre todas las comedias románticas del montón o animaciones genéricas, los estudios gustan de tomar riesgos interesantes. Noche sin paz es uno de ellos: ¿un filme de acción donde Santa Claus patea traseros, hay escenas gore y mucho humor bobo? ¿Dónde firmamos? ¿Qué podría salir mal?

Pues… A pesar de lo prometedor de su argumento, el director noruego Tommy Wirkola recae en sus mismos defectos de siempre: a nadie le importa “el contexto” de sus obras cuando lo que más importa es el morbo, ya sean zombies nazis o Hansel y Gretel tirando plomazos. El intentar darle sustancia es su problema cuando lo único que necesitábamos, era un pretexto para la acción.

Noche sin paz: gran idea manchada por la sensiblería

En Noche sin paz conocemos a los Lightstone, un acaudalado clan donde la hipocresía es el banquete principal de la navidad. Sin embargo, no contaban que la velada sería arruinada por un comando terrorista que busca robarse los millones de la matriarca de la familia, Gertrude, quien además gusta de poner a competir a sus hijos por su amor y herencia.

Por fortuna, Santa Claus, quien está decidido a trabajar una última navidad, iba de paso y aunque cae víctima de las circunstancias, pronto adopta la actitud de John McLane para acabar con los villanos, apoyados por la encantadora Trudy, una ferviente niña creyente del panzón.

En teoría, Noche sin paz no debió ser más que un maratón de catorrazos y humor ácido. Cuando la película consigue conectar ambas cosas, es de lo más divertido. Harbour luce en su papel de Papá Noel, cuyo origen es el de un violento vikingo. Aunque al principio parece una versión más alcohólica de Hopper, no tarda en encontrar “esa magia navideña” de la cual depende gran parte de la trama.

Reseña de Noche sin paz
John Leguizamo interpreta al frío Mr. Scrooge. El duelo final entre ambos es una maravilla. Imagen: Universal Pictures.

Las escenas de acción son muy jocosas y violentas, con una dosis de gore que se agradece y ayuda a darle una personalidad. En especial cuando la química entre Santa y Trudy, permite un par de secuencias bastante sorpresivas (la niña, obsesionada con Mi pobre angelito, lleva las cosas al extremo) que ponen a sufrir al equipo de John Leguizamo, quien hace un buen villano con rencor hacia la navidad. No es la primera vez que vemos a Santa en modo sádico pero… Esta película se puede congratular de tener una de las mejores muertes en la historia del cine. Así tal cual.

El gran problema de Noche sin paz es cuando obliga a pasar por todo el drama familiar. El sentimentalismo recae en el matrimonio fallido de Jason y Linda, dos personajes con los que es imposible empatizar por su naturaleza tan cerrada. De hecho, el primer acto se vuelve terriblemente aburrido por querer hacer graciosas las situaciones entre cada integrante, desde el chamaco influencer, el actor descerebrado, la caza fortunas y la madre negligente. Beverly D’Angelo, lo siento, pero tu momento ha pasado.

Todo este discurso de unión familiar por encima de lo material ha sido explotado hasta el cansancio y con personajes tan sosos, menos logra conectar. Por más que sea el objetivo de cada cinta navideña mostrar las bondades de las relaciones personales, la melcocha termina por hartar. Llega un punto en el que frustra regresar a ellos cuando la acción de Santa contra el malvado ladrón, está en su clímax. Funciona mejor cuando Santa enfrenta sus propias crisis existenciales, frustrado por la avaricia de la gente. Aquí debió recaer el drama y habría conectado mejor con la audiencia que una familia genérica.

Reseña de Noche sin paz
Noche sin paz toma mucha inspiración en Duro de matar. Incluso la forma de comunicarse entre Santa y Trudy, es exactamente igual a McLane y Al Powell. Imagen: Universal Pictures.

Conclusión

Noche sin paz tenía el potencial de convertirse en un nuevo clásico de culto navideño. En cambio, se siente más a una recompensa a la cual solo los más pacientes podrán disfrutar. El factor absurdo es divertido, pero no cuando la película se extiende hasta las dos horas de forma innecesaria. David Harbour merece mejores guiones, es un actor con el carisma suficiente para conseguirse un protagónico importante. No solo conformarse con el “ya casi”. Espera a verla en el 2×1 o que se vuelva un habitual de la TV por cable en diciembre.

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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