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Crítica: Una guerra brillante (The Current War)

Mejor vuelve a ver cuando Homero Simpson admira a Edison

Mario Valencia

Publicado

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Una guerra brillante - Crítica

No hay una luz al final de este túnel.

Este fin de semana llega a cartelera un drama histórico que estuvo enlatado durante un par de años. Con planes a estrenarse en 2017, Una guerra brillante sería distribuida por The Weinstein Company… Y todos sabemos en el enorme escándalo sexual en el que se vio envuelto su titular. Pero gracias a que el productor ejecutivo del filme, Martin Scorsese, conservó una copia propia, la película encontró su estreno a petición de su director, Alfonso Gómez-Rejón. Con las actuaciones de Benedict Cumberbatch, Michael Shannon, Tom Holland y Nicholas Hoult, la cinta busca plasmar uno de los episodios más interesantes de la historia energética: la guerra de las corrientes.

A finales del siglo XIX, Thomas Alva Edison emprende una cruzada para llevar su electricidad a los hogares estadounidenses. Sin embargo, debe competir contra la corriente alterna de George Westinghouse, la cual es más barata aunque peligrosa. Ambos se embarcan en la famosa guerra de las corrientes para conquistar el mercado con su propio sistema, a través de varios experimentos y con apoyo de genios como Nikola Tesla.

Una guerra brillante tuvo la enorme oportunidad de ser una excelso drama histórico gracias al tema y al conflicto marañado por personajes que conjuntó. Pero sus ambiciones se vieron mermadas al terminar solo como una mundana lección de historia con nulo valor narrativo y cero emoción.

Hay elementos buenos, como la excelsa fotografía de Chung Chung-hoon, quien es el único en aprovechar la tesis del filme para resaltar los juegos de iluminación entre la naturalidad, las velas y la flamante electricidad. Además, maneja el uso de gran angular con tremenda gracia, encerrando a nuestros personajes en una atmósfera turbulenta.

De igual forma, las actuaciones de Cumberbatch y Shannon, así como del soporte femenino de Katherine Waterston funcionan bien. Hay detalles simpáticos acerca de la obra de Edison que se agradecen, como las imágenes capturadas por el quinetoscopio o los primeros audios del fonógrafo (que por alguna extraña razón, suenan con impecable nitidez).

Y ahí termina el encanto cuando su trama es devorada por aburridas clases de electricidad, sin un desarrollo envolvente o una conciencia sobre el ritmo. Lo peor de todo es cuando tienes un personaje como Tesla, lo haces a un lado gran parte de la película como un vil adolescente rencoroso y encima, la actuación de Hoult es más risible que la de una representación escolar en Tupelo, Mississippi. Vaya, actores carismáticos como Holland terminan sofocados bajo patillas falsas ante una evidente apatía. La cinta ni siquiera alcanza el tono aspiracional al que la mayoría de estas biografías buscan. No hay un solo elemento que vuelva única a la película.

Es triste, pero a pesar de un casting decente, el resultado final es una aburrida lección de historia con nulo dramatismo y actuaciones en su mayoría dignas de un teatro guiñol. Un tremendo desperdicio no solo por el impacto que tuvo este suceso en su época y el enorme valor histórico de la guerra de las corrientes, sino por la ambiciosa fotografía de Chung que en verdad es una cátedra de iluminación. Sería más divertido que tomaran tres pesos, fueran a su papelería más cercana y compraran una monografía Bob sobre Edison en lugar de ver Una guerra brillante. Huyan.

Calificación: 4.0

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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