Entrevistas
Obey The Walrus y su pasión por lo deforme
Hay quienes aman lo amorfo, lo extraño, lo que se mueve con dificultad y se oculta entre las sombras y Obey The Walrus es el ejemplo
Por Adyerin Rueda
Hay quienes aman lo amorfo, lo extraño, lo que se mueve con dificultad y se oculta entre las sombras y los chicos de Obey The Walrus son claro exponente de ello.
Con polio y disfrazado de bailarina, Johnnie Baima mostraba sus mejores pasos de tap acercándose por momentos macabramente a la lente de la cámara creando así, sin saberlo, una de las leyendas digitales más famosas de la historia del Internet: Obedece a la Morsa. Dicha espantosidad es una mezcla acertada de diferentes imágenes con música manipulada de tal forma que perturba al espectador. Miedo, risas, desconcierto; un cúmulo de emociones que marcó a una generación de internautas.
Josh Arcos, Rulo León y Kike Gaytán fueron parte de ese grupo de víctimas del vídeo maldito que diez años más tarde les serviría de inspiración. Metaleros de corazón y creadores natos, la banda salió de la oscuridad en 2017 haciendo una oda a lo aberrante. “Obey The Walrus es una celebración a lo amorfo y a nuestra amistad” declaró Rulo, vocalista gutural de la agrupación, en entrevista para Pólvora.
Hicieron del mito su estandarte, se apropiaron de un personaje con el que se identificaron y lo convirtieron en su portavoz. “Son de esas ideas que sólo salen con tus mejores amigos. Nos encontramos con Obey The Walrus, nos gusta ese ser bizarro, es algo turbio, sí es algo creepy pero a la vez baila. Nos retrata en ese sentido, define el mood y nuestra energía, lo desenfadado que podemos ser en un mundo hostil, la ligereza y a la vez y el compromiso con el que nos tomamos las cosas. Es inevitable decir nos llamamos Obey The Walrus sin una sonrisa en la cara”, cuenta el señor León.
Josh y Rulo iniciaron con Divine Moments of Truth y al separase incluyeron en sus experimentaciones a Kike Gaytán quien tocaba con The Spooky Dolls y en un trío de jazz. “A veces en otras bandas hay muchos sentimientos negativos y salen tus monstruos, lo creepy de la morsa, pero tener una banda con tus mejores amigos, que además son sumamente talentosos, es una fortuna”, señala Josh Arcos guitarrista y también voz de la joven banda, a la que por cierto aún cobija poco la anonimidad.
Cuando por fin Ari Rebollar se une a sus filas se arrojan con fuerza a la escena musical. “Jamás imaginé estar en una banda con Alí Rebollar”, confiesa Josh quien, al igual que los demás, admira la reconocida trayectoria de su baterista en The Greatness Design y toda su escuela técnica musical.
Ya conformados lanzan su bien lograda pieza “Temple Of Conglomerates” y su excelente vídeo los pone en la mira de los seguidores del metal que saben encontrar en su composición diversos subgéneros. En esta canción se coquetea con el death y el black metal, sin embargo ellos aseguran no restringirse: “No nos encasillamos, buscamos expresarnos en todas las formas que el metal lo permita y en esa mezcolanza encontramos nuestro propio sonido. Somos como el vídeo: retazos especiales que juntos hacen algo único. Nos gusta decir que somos simplemente una banda de metal. Es la deformidad que hemos conseguido con la música”, dice Rulo.
“Nos gusta tanto la música que no pienso en un género específico” continúa Josh, “Y Temple Of Conglomerates es la culminación de todo. Con ella nos renovamos y me siento muy orgulloso; es una rola muy heavy y es mi mayor orgullo”.
Ese éxito les ayudó a comprender lo qué querían y hacia dónde ir. La banda dejó de ser simplemente un sueño para convertirse en un verdadero proyecto. “La música no es un hobby; es una pasión y a pesar de que el trabajo, la familia, las obligaciones, en fin la vida godín, han retrasado el proyecto, sigue siendo prioritario. Soy muy afortunado de poder hacer música con mis mejores amigos. Nos une la pasión por la música pero también el gran cariño que nos tenemos”, asevera Josh.
“La búsqueda de mejores recursos y el no tener baterista también nos retrasó”, confirma Rulo, “pero entendemos por dónde vamos y que tenemos un gran camino por recorrer. Sabemos que es largo pero llegaremos a ello y a tocar en los mejores escenarios. Somos independientes, nos autogestionamos, el vídeo de Temple of Conglomerates lo hicimos con luces de bicicletas”. Demostrando con ello que no necesitas tanta parafernalia cuando el talento desborda. “Es una maquinaria en la que creemos mucho pero va poco a poco“.
Agradables y risueños, son todo lo contrario a lo que uno podría esperar de fans de Obedece a la Morsa. Son la otra cara de la moneda: cuando el hecho escalofriante se convierte en un recuerdo divertido.
En tiempos de coronavirus todo se complica, especialmente las presentaciones en vivo, pero para Obey The Walrus ha sido la oportunidad perfecta para enfocarse y trabajar muy duro. “La pandemia nos ha ayudado a centrarnos en el proyecto, a trabajar distanciados pero entregados y dentro de poco esperamos poder contar todas las sorpresas que se avecinan”.