Cine
Espiral: El juego del miedo continúa en una secuela que los fans amarán
Chris Rock quería hacer algo distinto. Desde los años 90, lo hemos visto siempre como el carismático humorista de larga sonrisa que ha hecho muy amena películas como Golpe Bajo o que alegraba nuestras tardes con su serie semi autobiográfica, Everybody Hates Chris. El cariño del público lo tiene y por ello, no dudó en darle un giro radical a su carrera al concebir la idea, producir y protagonizar la novena parte de la serie de horror más popular a inicios del nuevo milenio: Saw. Una reinvención era necesaria para darle relevancia a la serie antes de estancarse en el pasado como ocurrió con la última entrega (que fue más un homenaje a la franquicia que otra cosa).
Así llega Espiral: El juego del miedo continúa a salas nacionales con una agradable mezcla entre los elementos de thriller policíaco de su primer entrega, muchísimo fan service y las torturas gráficas que caracterizaron las secuelas. Aunque también, arrastró muchos vicios del pasado más unos nuevos.
Al principio, es extraño ver el humor irónico o referencial del detective Zeke (Rock) durante la incertidumbre que atraviesa su departamento al enfrentarse a un imitador de John Kramer, el infame Jigsaw. En ocasiones funciona muy bien pero la mayoría, se siente fuera de lugar. Pero pronto Espiral lo acoge mientras se desarrolla un misterio del cual, varios policías terminan como víctimas de un aficionado a los crímenes del difunto psicópata. Muy similar a Logan Nelson en la película anterior aunque sin ser un aprendiz directo.
Sin embargo, el ambiente en la jefatura es de absoluta hostilidad hacía Zeke, pues lo consideran un traidor tras haber delatado a un policía corrupto años atrás. El aire hostil provocará muchas sospechas a su alrededor sobre el móvil de un imitador de Jigsaw y la cinta, comienza ágilmente a descartar culpables y posibilidades. Para ello se apoya de un detective novato, solidario ante Zeke por las agresiones que recibe y de su padre, un siempre malhumorado Samuel L. Jackson quien luce más como un espectador a la distancia que un personaje con mayor peso. A pesar de que está todo el potencial para explotar la relación entre Jackson y Rock, todo se limita a flashbacks que no profundizan el lazo, la malicia o el rencor que puede existir, sino a ver el núcleo podrido de la policía (que novedad). Y es aquí donde la película falla demasiado.
Cuando Saw busca legitimarse como una franquicia respetable de gran presupuesto y actores reconocidos, pierde la esencia casi serie B de sus antecesoras. Espiral es un intento por darle la vuelta a la fórmula pero dudo que sus responsables, quieran convertirla en el genérico relato de policías, cargado de un tufo moralista en medio del contexto de la violencia policíaca que atraviesa Estados Unidos. Y aún con un par de giros interesantes, su clímax sucumbe ante lo predecible y lo peor: la contradicción a la misma filosofía de Jigsaw. Porque ni la ira o la venganza eran razones para iniciar sus juegos… Terrible imitador que tuvo después de tener tan notorios discípulos.
Finalmente, el otro gran elemento que ha caracterizado a la serie, los sádicos juegos, no faltan aquí para un buen festín de sangre. Lo fanáticos encontrarán guiños a prácticamente toda la serie con los artefactos presentados y la carga irónica que representan. Ya al final es cuando uno se puede dar cuenta que se fueron a la segura de vender nostalgia (como en Jigsaw) que reinventar esta parte junto al resto de la trama. Es solo una copia a las trampas pero no a la ideología del villano y eso le resta mucho mérito a la violencia. Más cuando en ocho películas, se mantuvo el discurso de apreciar la vida.
Espiral está llena de elementos para ser grandiosa pero falla en concretar su dirección a futuro y en realmente ofrecer algo novedoso al género de horror. Sería interesante ver a Rock involucrado en la franquicia de nuevo, pues hay potencial para convertirse en un actor serio que debe aprender a conocer los momentos apropiados para su humor. Se puede aprender de este tropiezo. Los fans más férreos amarán todas las referencias, el gore y el frenético estilo de edición durante las torturas. El resto del público podrá dividirse entre el shock (si nunca has visto una película de terror) o el aburrimiento por lo básico de su construcción. Espera a que esté en Netflix.