Cine
Crítica de Till, un drama injustamente ignorado por el Óscar
Con una actuación memorable de Danielle Deadwyler, Till recuerda la lucha histórica de una madre que busca justicia en un drama duro donde ella brilla.
En plena temporada de premios, llega una cinta biográfica acerca de una madre que se convirtió en activista, Mamie Elizabeth Till-Mobley, recordándonos que el racismo, la lucha social y la injusticia es algo que, tristemente, predomina a la fecha. Con Till: Justicia para mi Hijo, Chinonye Chukwu no se tienta el corazón en busca de crear un drama reflexivo digno de reconocerse pero que el Oscar decidió pasar por alto.
La historia detrás de Till: Justicia para mi Hijo
Agosto 24, 1955. Un joven de raza negra llamado Emmett Till entraba a una tienda de abarrotes en el poblado sureño de Money, Mississippi. Ahí, el alegre adolescente se toparía de frente con Carolyn Bryant, chica de 21 años, tez blanca, que usualmente era la encargada de este negocio. Sin pensarlo, este fortuito encuentro sería la causa de su muerte por linchamiento y el inicio de un grito de justicia que no cesaría en los Estados Unidos.
La noticia de este trágico evento llegaría a los oídos de su madre, Mamie Till-Mobley, quien a pesar de las advertencias hechas al hijo nacido y criado en Chicago de cómo las reglas para los afroamericanos en el sur eran diferentes, no le queda más que enfrentar las consecuencias del acto racial infame por parte de ciertos individuos cercanos a Bryant y sus prejuicios.
Esto desembocaría en una lucha por los derechos civiles en las que Mamie sería una pieza clave junto a otros luchadores, activistas y personajes históricos como Rosa Parks, Malcolm X o Martin Luther King Jr., que encararían los problemas y divisiones raciales para darle voz a aquellos vistos como minorías, víctimas de la brutalidad y falta de justicia característica no solo de los Estados Unidos de América, sino de un mundo intolerante que se enfoca más en las diferencias que en la empatía y humanidad.
Emmett y Mamie: la dura dramatización del caso Till
La cineasta de origen nigeriano-americano sigue en la línea que le caracterizó en su anterior filme, Clemency (2019), donde se enfocó en una funcionaria de prisiones (Alfre Woodard) centrada en la labor del pasillo de la muerte en una prisión de máxima seguridad. A través de ella, nos enfrentamos con las cuestiones éticas de la pena de muerte así como otros detalles como la posible deshumanización paulatina en un trabajo que, invariablemente, afecta a diferentes niveles.
Aquí, en su tercer largometraje, da un paso mucho más atrevido al adaptar este hecho real lleno de matices bastante cruentos que generan una sensación de impotencia. Chukwu no teme en mostrar la peor cara del drama, evitando caer en la re victimización así como en una explotación innecesaria del acto violento para solo mostrar, como en la vida real, las consecuencias de semejante linchamiento, centrándose en una labor histriónica destacada de Danielle Deadwyler.
Y es que, como en su anterior largometraje, la realizadora depende de su protagonista para llevar a buen término. Es a través de su interacción con su hijo en los primeros momentos del filme hasta pasar por la noticia del salvaje asesinato cometido en este poblado sureño. Otro patrón interesante que se repite es la obsesión por Chukwu de centrarse en las expresiones, los rostros y las facetas que un ser humano puede transmitir a través de ello.
Cabe resaltar que una de las facetas más duras de la cinta es cuando la señora Till tiene que reconocer el cuerpo de su hijo. Ahí, la tensión se siente cada instante ante este dolor mientras ella recorre el vapuleado cuerpo de ese joven de 14 años que solo buscaba pasar un tiempo con sus familiares. Deadwyler pasa por un prima emocional que contagia al espectador a pesar de lo difícil del momento que estamos presenciando, como si la acompañáramos en esa impotencia.
De ahí se desprende la siguiente faceta, pues la decisión que toma para que el mundo sea testigo del atroz críen es el principal motor para lo que vendrá después: la batalla por la justicia, continuando con una sinfonía de emociones que la actriz transmite con cada gesto, dando vida de gran forma a esta figura histórica pero sobre todo a este caso que, aún a la fecha, resuena entre la comunidad e historia de los Estados Unidos.
Till: justicia para una biopic injustamente ignorada
Además de la gran actuación de Danielle Deadwyler, Till: Justicia para mi Hijo también destaca el poder narrativo de Chukwu al poder mostrar la cara de un sistema de justicia que hace de todo menos ser justo. Y es que en la segunda mitad de la cinta, vemos esa batalla legal donde llevar a juicio a los asesinos de Emmett se considera una pequeña victoria mas allá del amargo resultado del juicio, donde de nueva cuenta encuentra esos vasos comunicativos entre ésta y su anterior obra.
Otro gran detalle en esta biopic es la música del compositor polaco Abel Korzeniowski, que sirve como un gran acompañamiento no solo del trágico melodrama que se nos presenta, siendo la adecuada pareja de baile de Deadwyler para demostrar no sólo el sufrimiento o la impotencia que esta madre vive, sino también la tensión o el enojo de las situaciones que se viven fuera de su psique, aunque a veces rayan en el sentimentalismo.
Hay un mensaje detrás de la desesperanza vista en el filme, pues a pesar de toda la tragedia vivida por Mamie Elizabeth Till-Mobley, la cinta nos invita a ver más allá de ello, tratando de ver cómo a partir de un hecho inclemente nace una fortaleza humana inherente donde la fe y la esperanza no se pierden aún ante el panorama desalentador.
Por ello, no cabe duda de que este filme es una propuesta que, a pesar de su crudeza, merecía ser considerada por la Academia, otra injusticia cometida de las que ya estamos acostumbrados en esta temporada de premios.