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Crítica de Barbie: Margot Robbie y Ryan Gosling son más que muñecos

Greta Gerwig demuestra porqué es una de las directoras más interesantes con Barbie, un relato que cuestiona los paradigmas sociales sin temor a la sátira

AJ Navarro

Publicado

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Barbie
4.5 Reviewer
Calificación

En tiempos recientes, las visiones y voces de las directoras de cine han resonado de manera más constante en Hollywood, siendo una de las más importantes la de Greta Gerwig, salida del cine independiente que ha sido aplaudida con sus dos cintas anteriores. Ahora, la realizadora se sumerge al mundo de Barbie, la popular muñeca de Mattel de la mano de Margot Robbie y Ryan Gosling con un resultado sorprendente.

¿De que trata Barbie?

Cuando la idea de llevar a Barbie a la gran pantalla fue sugerida, la actriz y comediante Amy Schumer fue elegida para encarnar a la muñeca icónica de Mattel en 2017, cuando Sony Pictures tenía los derechos de la misma pero las diferencias creativas y el enfoque del relato no era el ideal. Afortunadamente, el proyecto cayó en una dupla interesante: Noah Baumbach y Greta Gerwig, cuya filmografía se destaca por tener una perspectiva feminista propositiva más no panfletaria, algo que vuelve a utilizar en esta historia a través de una mordaz sátira inteligente.

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Bienvenidos a Barbieland. La cinta de Gerwig nos lleva entre la fantasía y la realidad. Foto: Warner Bros. Pictures

Gracias a la visión de esta dupla, Barbie retoma una importancia cultural necesaria con este largometraje producido por la misma protagonista, Margot Robbie y coescrito por el humorista fatalista Baumbach, donde la muñeca y las creencias de su mundo de fantasía se confrontan con la dura realidad en un filme que sirve como un espejo no sólo de los problemas sociales existentes sino de una época de transición, atreviéndose a llevar a este sencillo juguete a profundidades filosóficas en forma de un dramedy que no teme el satirizar o criticar los paradigmas que vivimos diariamente.

Pero para entender el presente hay que conocer su pasado. A finales de la década de los 50, la muñeca llegó al mundo para cambiar la cara de Mattel y convertirse en un ícono de la cultura pop. De la mano de su creadora, Ruth Handler, Barbara Millicent Roberts (o Barbie para los cuates), provenía de Wisconsin egresada del Willows High School. Convertida en el juguete que rompía con el molde de rasgos infantiles que predominaban en el mercado para darle una identidad más adulta, con su cabellera rubia, el peinado estilizado y un traje de baño con estampado de cebra, vería la luz al lado de su novio Ken

Con el lema estandarte de ‘sé lo que quieras ser’, Barbie ha trascendido, cambiado y adaptado su persona a los diversos tiempos, convirtiéndose en un juguete que motivaba las aspiraciones para todas las niñas del mundo. Ya fuera como profesora, presidenta, astronauta, sirena o cualquier otro diseño, fue una de las voces principales para demostrar que una mujer puede desempeñar cualquier ámbito o rol dentro de la sociedad, algo que lamentablemente se alejó de la realidad por mucho tiempo en el mundo real.

Del plástico a lo real: las virtudes de Barbie

Hablando estrictamente de lo técnico, Barbie es una gran producción con mérito propio. Desde el inicio, el diseño de producción y arte de Sarah Greenwood y Katie Spencer enfrentó un gran reto: dar vida a ese mundo perfecto, completamente rosa y colorido de Barbie, mismo que cumplieron con creces, provocando incluso una crisis en la demanda de pintura rosa a nivel mundial. Respetando las reglas físicas de un mundo de ficción ideal para muñecos, se creó un universo único lleno de colores vivos, atreviéndose a recrear la Casa de los Sueños de la popular muñeca de forma idéntica para que Margot y compañía se sintieran como en casa.

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Bailando toda la noche a ritmo de Dua Lipa. El gran detalle a los universos y personajes que Barbie muestra es de lo mejor del filme. Foto: Warner Bros. Pictures.

La atención al detalle es impresionante y se complementa de buena forma con los vestuarios diseñados por Jacqueline Durran. Tomando como base los bocetos originales de cada uno, Durran les dio una correcta actualización de los mismos con la finalidad de que la apariencia de los mismos funcione en los actores,  su movilidad y conservar la apariencia del vestuario sin afectar la personalidad de cada uno de ellos. El detalle en cada uno de ellos, así como uno que otro guiño a vestimentas clásicas para la historia de Barbie, luce de maravilla y contrastan con el gris y negros del mundo real y los oficinistas de Mattel.

Pero es la labor de Rodrigo Prieto, a quien Margot le reconoció su labor en la conferencia de prensa ofrecida en su visita a nuestro país, la que verdaderamente pone la cereza a ese pastel que enfrenta la realidad y la ficción con un aspecto meta. La capacidad del mexicano para dar vida a esta cantidad de colores, comenzando por el rosa, y mantenerlos en un balance que no resulte chillante o molesto sino en perfecta sintonía para acompañar el profundo relato es aplaudible. Y si lo creado en Barbieland no fuera suficiente, en el mundo real también juega con una contraparte interesante: el gris, la nula presencia de vida en la que todo es automatizado y donde los hombres de traje negro pululan, siendo visualmente contrastante.

¿Juego de niños o profundidad filosófica? El guion de Barbie

Otro de los grandes aciertos de Barbie es, sin duda, llevarla del mundo plástico hacia una realidad espejo construida en el filme donde ni Gerwig ni Baumbach temen el lanzar puntadas bastante burdas, así como dobles sentidos y críticas sociales en comentarios tan directos que podrían provocar cierta incomodidad debido a su apego a la realidad social que vivimos. Desde el comienzo, encuentran ese balance descarado para burlarse de la muñeca, del feminismo, el patriarcado y las conductas o reglas de un mundo que, por absurdo o tonto que parezca, ha olvidado la equidad y se enfoca en las diferencias o desigualdades.

La aparente sociedad perfecta de Barbieland, en la que todos los problemas del feminismo están resueltos por siempre y para siempre (o al menos eso creen las Barbies), es el choque inicial para comenzar la burla a través de la imposibilidad de tener pensamientos propios que no sean alegres o que resalten la belleza impoluta de su universo. Ni que decir de los Ken, donde simplemente son accesorios para ellas sin más que aportar que mostrar sus cuerpos o justificar su existencia ante la mera mirada de ellas. Desde aquí, el juego comienza al replantear los roles, levantando los primeros aires reflexivos de una compleja historia que, mientras más evoluciona, más aristas presenta.

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Ryan Gosling lidera la revolución de los Ken en una sátira estupenda de las masculinidades dentro de Barbie. Foto: Warner Bros. Pictures

La introducción es necesaria para comprender el shock de Barbie y Ken al entrar al mundo real. La percepción que ambos tienen los lleva por diferentes caminos, uno lleva a la muñeca a ver que ser mujer no es tan sencillo como creía (y que el feminismo no ha triunfado gracias a su existencia) mientras que por el lado varonil, Ken descubre lo ‘poderoso’ del patriarcado (escrito y explicado por los hombres) pero que es nacido desde una fragilidad masculina mal llevada.

Ni qué decir de las alusiones al capitalismo, el mansplainning y demás escenas o diálogos que no sólo critican o se burlan, sino que abren un panorama interesante hacia algo que hemos perdido: la idea de simplemente, ser quienes somos, sin necesidad de etiquetas, en bien de la equidad. Claro que esto provoca que la audiencia también tenga un shock similar al de Barbie y Ken al presentar los prejuicios, los extremos absurdos y algunas actitudes o comentarios que chocan fuertemente con nuestro día a día.

Pero eso es otra de las virtudes de la cinta, que sin temor se atreve a señalar esas diferencias, satirizarlas y poner en la mesa la conversación socialmente necesaria para ello, creando una cinta alejada de la infantilidad asociada a la muñeca para darnos un trago de verdades a través del empaque de una muñeca que trasciende la superficialidad inherente del producto para convertirse en lo que, en teoría, debía ser desde un principio: un recordatorio de que las mujeres pueden lograr lo que se propongan tanto como otros.

Margot Robbie y Ryan Gosling son la dupla ideal para este cuento de hadas realista. Con todo y un chiste echado a costillas de la actriz, su interpretación de esta muñeca convertida en mujer independiente va incluso acorde con el rol y los cambios que ha encarado la misma. Pero es Gosling y su deconstrucción de la masculinidad en todos sentidos la que se lleva las palmas. A pesar de que puede ser tachado como un mero hombre estúpido (junto al resto de los Kens), en él y sus compañeros radican directas flechas del comportamiento social que Ryan encara con el mejor sentido del humor. Mientras que America Ferrera funge como ese vínculo de humanidad necesaria, ese personaje que nos hace ver lo que hay más allá en la idea de ser mujer y la conexión con Barbie que la lleva a descubrir más cosas.

Compleja pero inteligente y divertida, Barbie es una demostración del poder de la historia sobre los efectismos donde puedes lanzar una sátira que orille a la reflexión a través de un relato que no busca aleccionar o seguir realmente una agenda, sino mostrar una historia de carne y hueso de empoderamiento pero también de equidad y de la búsqueda existencial de quienes somos así como lo que nos hace auténticos, superando las etiquetas de género o los roles para hablar meramente de la humanidad a través de un personaje icónico como la muñeca Barbie. Y no estamos preparados para ello.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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