Riverside: así fue su festejo de 20 aniversario en el Auditorio BB

Muchas cosas pasan en siete años. Gente va y viene, ocurren sucesos históricos; las posibilidades son vastas; “pretendemos estar bien”, como reza “We Got Used To Us”. Hay bandas que vienen cada fin de semana (te estoy viendo a ti, Interpol) pero hay otras, que tardan siete años. Este es el caso de Riverside, el cuarteto polaco que se presentó por última vez en el Lunario para presentar su Love, Fear and the Time Machine. Pudieron ser solo cinco años de espera pero ya saben que virus lo impidió.

Ahora regresaron el 8 de mayo al Auditorio BB (siempre me he preguntado, ¿habrá quién siga usando Blackberry?) en una gira especial, un sueño para todos sus fans: la celebración de 20 años. Una oportunidad única para desempolvar temas clásicos que de otra forma, no interpretarían en vivo tan fácilmente. Ya sin Piotr Grudziński en la guitarra (que en paz descanse), el show serviría como un homenaje a su memoria. Y vaya que así lo hicieron sentir.

Previo a Riverside se presentó Nexus. Llevaba un rato sin verlos pero supe que uno de sus últimos temas fue masterizado por Acle Kahney de Tesseract. Es grato saber que la calidad se mantiene intacta. Mucho headbanging, staccato, guturales y una batería demoledora. En contra tuvieron que el volumen fue demasiado bajo para disfrutarlo como se debe.

Riverside, dos décadas de éxitos y tragedias

El retraso de media hora alimentaba las ansias. Para entretenerse, un par de asistentes comenzaron su mejor acto del Milhouse Challenge (¿lo recuerdan?). Fue jocoso, prueba de que no todos los fans del progresivo son serios señores de suéter. Los minutos pasaban y al fin, las luces apagaron. La interferencia radial dio inicio a “The Same River”. Riverside estaba de vuelta.

Sonaron “Rainbow Box”, “Story of my Dream” y “Towards the Blue Horizon”, dedicada a la memoria de Piotr, quien se llevó aplausos al viento, a la noche. Su memoria siempre vivirá entre nosotros, entre las palmas, entre los coros aclamando “¡Riverside, Riverside!”.

“Decidimos elegir las canciones más largas que tenemos… Espero la noche nos de tiempo”, dijo entre risas su vocalista, Mariusz Duda. No era noche para andarse a medias tintas y los 12 minutos de “Escalator Shrine” fueron épicos. Michal Łapaj es un maestro del teclado y aquí fue donde mejor lució. ¡Parecía ser la mejor noche de vida! Su Korg Kronos, decorado con un pollo bastante simpático, estremeció el Auditorio cuando, a pesar de la extensa duración del tema, el espíritu de Jon Lord se apoderó de él un momento para tocar el estribillo principal de “Black Night” de Deep Purple. Y todos lo coreamos. Hermoso.

“¿Qué gustan esta noche? ¿Café, té, pizza?”, invitó Mariusz mientras la sorpresa de ver que alguien llevó su bandera de Polonia, recorría su rostro. Duda tomó su guitarra acústica, se sentó y de repente, nos sorprendió con una gran versión de “Time Travellers”.

Para cerrar la primera parte, Riverside se despidió con otro clásico, “Second Life Syndrome”. Todos alzaron sus vasos, la cerveza fría se tornaba cálida al cantarle a todo pulmón aquel verso de “Couldn’t pretend that I felt strong about us anymore”. A los pocos minutos, regresaron. Duda compartió su reflexión alrededor de lo impredecible de la humanidad y la guerra que viven en la frontera vecina. Hay que tener esperanza, nos pide. Ese ánimo se contagia al escuchar su encore con “We Got Used To Us” y “02 Panic Room”.

Faltaron canciones por ahí, un “Loose Heart” o “Conceiving You” habría sido un deleite. Aunque también ya sería caer en exigencias personales. Bajo la promesa de regresar el próximo año, con todo y nuevo disco, Riverside prometió a sus fans regresar para calmar las ansias de escuchar todavía más canciones. “Hasta ahora, el mejor show de la gira“, mencionan. Pero si este fuera el último show en siete años de nuevo, fue inolvidable, perfecto hasta el último minuto.