Cine
Crítica de John Wick 4, Keanu Reeves llega al Olimpo de los héroes de acción
Si, está de vuelta. John Wick 4 cierra de forma espectacular una saga con la dupla de Keanu y Chad dando una cátedra en el cine de acción.
Después de tres entregas exitosas en las que un stunt man convertido en director y uno de los actores más queridos de Hollywood unieron fuerzas para patearle el trasero a todos dentro del género de acción, John Wick 4 cierra el ciclo del matón adorado por todos pero abre un mar de posibilidades para el universo de esta franquicia que es bastante prometedor. Advertencia: hay spoilers.
Todo por un perro: la evolución de la acción hasta John Wick 4
En el 2014 Chad Stahelski debutaría detrás de cámaras con un relato escrito por Derek Kolstad y así darle vida a John Wick, un ex asesino a sueldo retirado que se ve traído de vuelta a ese submundo de violencia y muerte al perder a su perro. Esta simple acción torna el asunto en algo personal para Wick, que desatará su venganza y retará a todos los que necesite para obtenerla.
Nadie mejor para traer a la vida a este personaje trajeado, serio pero muy letal, que su viejo conocido, Keanu Reeves, actor del que Chad había sido su doble en la franquicia de Matrix, así como trabajar con él en la cinta El Maestro del Tai Chi. Esta poderosa unión causó que la primera cinta fuera un éxito que muchos quisieron repetir. Y es que la forma en que la acción se desempeña ha marcado una clara influencia en cintas como Atómica (Leitch, 2017), Nadie (Naishuller, 2021) o La Princesa (Kiet, 2022), tratando de capturar ese frenesí de violencia exacerbado.
En esta cuarta entrega, esta dupla sigue explotando lo mejor de sí mismos. A pesar de que al carismático histrión ya le pesa la vida para los combates mano a mano, lo que ambos logran en esta épica del género es brillante, pues las secuencias van aumentando poco a poco, pasando incluso por otro tipo de formatos y géneros donde Stahelski demuestra haber desarrollado mejor su ojo en la dirección.
Samurais, westerns, autos y balazos: La acción demencial de John Wick 4
Hablando de la acción y su evolución hasta este punto, es importante recordar ¿en que nos quedamos? Al final de Parabellum, Wick (Reeves) recibiría un tiro mortal de su amigo Winston (Ian McShane), dándolo por finado. Pero el ‘Bowery King‘ (Laurence Fishburne) lo rescataría. Ahora, amparado y sanado de sus heridas, el ‘Baba Yaga’ busca acabar con la autoridad de La Mesa, pero un nuevo villano se interpone en su camino, el desagradable Marqués (Bill Skarsgard) que, de una vez por todas, hará lo que sea por terminar con la rebeldía de John.
Desde aquí comienzan tres horas de locura en las que, una tras otra ocasión, hay secuencias de acción que se van superando poco a poco hasta un frenético clímax que causa la angustia no sólo del arco de nuestro involuntario héroe, sino de la audiencia que se sumerge por completo en esta experiencia donde los golpes, los balazos, las katanas y todo sirve de vehículo de lucimiento para el protagonista.
La primera escena memorable es sacada del mejor cine de samurais, donde un duelo entre dos de los nuevos personajes presentados en este relato, interpretados por los legendarios Hiroyuki Sanada y Donnie Yen, presentan una batalla destacada no sólo por el montaje del encontronazo, sino por el balance entre los colores, una composición que remite a lo mejor del género nipón por excelencia.
Asimismo, en la escena final del filme, el western, género norteamericano por excelencia en la que los héroes se enfrentan a su destino frente al ocaso, hace también acto de presencia ante un duelo musicalizado de gran forma, jugando incluso con el imaginario visual del mismo, pues aquí John tiene su veredicto final a la luz del amanecer, no de la tarde, con un color naranja que adorna un París donde la vida de noche termina con el primer rayo de sol. ¿Será ese el dictamen final de Wick?
Pero es la demencial acción de más de media hora de duración previa a ese duelo final donde Stahelski saca toda su experiencia como doble del género, creando momentos realmente épicos al usar una clásica persecución de autos y transformarla en algo que ni la saga de Rápido y Furioso se ha atrevido a realizar, todo con el Arco del Triunfo de fondo. Cuando crees que eso no puede ser más impresionante, las apuestas siguen subiendo.
Y es que las siguientes dos peleas de John Wick 4 son algo que pone la adrenalina a tope. Primero, siguiendo la escuela establecida por Steven Spielberg en Minority Report: Sentencia Previa (2002), donde el realizador usa un dron para hacer de una batalla de balazos con ‘aliento de dragón’ algo verdaderamente épico, donde no sólo nuestro querido héroe pelea por llegar a su meta, sino por demostrar que está dispuesto a matar a todos con tal de obtener lo que quiere.
Pero es la secuencia de las escaleras la que se roba el espectáculo. En ella, la angustia de subir unos pisos a través de ellas se convierte en todo un show para John Wick, transmitiendo una tensión a contrarreloj que es memorable, resonando por ahí ciertos clásicos del cine como El Acorazado Potemkin (Eisenstein, 1925) o Los Intocables (De Palma, 1987) donde cada escalón es una agonía, transmitida aquí golpe a golpe… o caída a caída. Francamente, es uno de los puntos más altos de esta franqucia que sigue demostrando su trascendencia en el género.
Honor, rebelión y hermandad: nuevos personajes y valores de John Wick 4
Una de las partes clave de John Wick 4 es la adición de personajes que capturan a través de este cierre un aire de honor y hermandad que es característico de la saga. Desde la relación entre Winston y su conserje, Charon (Lance Reddick) hasta los códigos que hay entre los mismos asesinos al poner pie en un Hotel Continental. Pero con Wick, esto asciende a otro nivel al mostrar a otros viejos amigos del ex asesino que están dispuestos a ayudarlo o cazarlo.
Primero está Sanada, que interpreta al gerente del Continental de Osaka, Shimazu y su hija. Si bien el lazo no se desarrolla a fondo, basta un par de secuencias para saber lo importante que ambos son el uno para el otro y ese miedo que tienen de morir sin una lucha. La historia demás revela que este personaje tiene un vínculo con John así como con Caine (Yen), siendo una triada de viejos compañeros que no quieren hacerse daño pero no pueden huir de las consecuencias de sus actos y decisiones.
Asimismo, Caine tiene algo que proteger y por lo que luchar, por lo que tiene que volver a las andadas aunque eso cueste la cabeza de uno de sus viejos compañeros. La química entre Yen y Reeves en escena se nota y ayuda a la evolución simple pero ingeniosa de un encuentro que los llevará en ese camino de colisión donde solamente uno puede salir vivo. Y con ellos, está el buscador llamado Nadie (Shamier Anderson), que acompañado de su perro fiel pero mortal, se maneja por un código de honor significativo.
Es ese sentido de honor entre este trío que muestra la solidez de las creencias de La Mesa, misma que se tambalea ante esta sensación de rebelión que Wick representa ante la imposición autoritaria de algunos de sus personajes. Si bien su camino ha estado lleno de muerte y destrucción, John meramente busca acabar con ello, siendo una especie de voz del pueblo que busca terminar con esa autoridad que lo obligó a volver a aquello que había dejado para ser un querido esposo.
Esos principios captan de manera efectiva la esencia de toda la franquicia en John Wick 4, convirtiéndolo en un héroe involuntario que busca justicia ante los que no la pueden obtener, que se quita un yugo opresor a balazos y madrazos, conociendo que aquellos que se aferran a la vida, mueren y aquellos que se aferran a la muerte, viven.
No hay héroe sin villano: los duros antagónicos de John Wick 4
Hay dos figuras que se ciernen como los malos a vencer en John Wick 4, uno con un rol secundario, Killa, un asesino alemán tramposo con asuntos pendientes con nuestro héroe, interpretado por Scott Adkins (Boyka 4, Ip Man 4) , histrión que tiene un antecedente interesante en cintas de peleas mano a mano y que aquí las luce aunque por breve tiempo. Detrás de un pesado maquillaje, se deja ver una amenaza que se siente como una piedra en el zapato de John.
Asimismo, está la figura de un guardaespaldas al servicio del malévolo personaje central que parece querer tomar el lugar de Arnold Schwarzenegger como el Terminator. Éste es Chidi, interpretado por el chileno Marko Zaror (Invicto 3, Machete Kills), cuyo físico imponente y casi aparente indestructibilidad al ser atropellado, mordido, disparado y lanzado de más de dos pisos de altura, sigue de pie buscando siempre darle a Wick una paliza para terminar con su venganza.
Sin embargo, es Bill Skarsgard en la forma del Marqués quien se cierne como jurado, ejecutor y la mano máxima de la autoridad concedida por La Mesa, que se ve incapaz de detener a Wick. Por ende, este sucio y arrogante riquillo de alta alcurnia que se guía por las reglas cuando le conviene, es el rival a vencer para el ‘hombre de negro’. Desde el primer segundo que aparece, se hace sentir esa antipatía que va creciendo conforme avanza la película.
Si bien este villano no es tan mortal o luchador como los demás, su virtud recae en su mente obsesionada de poder. Su necesidad de exterminar la idea de Wick y lo que representa, ese aire de rebelión ante el poder, es lo que lo mueve de las formas más cobardes pero también demenciales. Aparentemente, el Marqués no le tiene miedo al ‘Baba Yaga’, pero esa es una fachada que se va desvaneciendo mientras el fantasmagórico matón se acerca a su destino final.
Ante un espectáculo de acción eficiente, complementado con un diseño de vestuario bastante destacado, unas locaciones al más puro estilo de James Bond, una edición de sonido de primera calidad y con un universo que cierra un capítulo pero abre las puertas a mucho más, John Wick 4 es un deleite que lleva a este personaje a compartir el Olimpo de los íconos de acción con los otros John (McClane y Rambo), dejando a la franquicia en un lugar privilegiado dentro del género.