Sergio Arau en el Lunario: las aventuras de Laslo de la Vega Morris Balam Claus Viteli y Pavón a ritmo de ópera rock

Si esperabas a Sergio Arau en el Lunario del Auditorio Nacional, seguro te norteaste al igual que todos nosotros, pues la tarima fue tomada por ni más ni menos que Laslo de la Vega Morris Balam Claus Viteli y Pavón, personaje longevo de algunos varios muchos cientos de años que nos contó sus más grandes aventuras por el mundo a ritmo de ópera rock.

Es fácil entender la razón por la que las bases de todas las canciones que sonaron en la velada, eran sumamente familiares. Resulta que Laslo a secas, como le llamaremos para darle una buena recortada a su extravagante nombre de pila, conoció a los más grandes compositores de la música clásica en un tremendo viaje que se dio por los países donde éstos vivían, cambiando el rumbo de sus clásicos para siempre.

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La tocada resulta un poco sorprendente porque cuenta con un humor muy particular. No hablo únicamente de los monólogos que sonaron entre rola y rola, también de las letras, de sus actuaciones, sus vestuarios, sus faramallas. No es para cualquiera, ni lo pueden entender todos. Va dirigido, no explícitamente, pero sí en construcción, a las generaciones del guacarrock, del chiste colorado, de la albureada fácil.

Muy notable porque se trata del concierto con menos diversidad de generaciones en el que me ha tocado estar. Probablemente algunos de los fotógrafos y escribidores en la sala, los meseros o los bartenders éramos la parte juvenil, casi todos por encima de los 28 años, además de uno u otro morrillo por ahí, seguramente obligado por sus papás a caerle. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.

Tampoco ayudó tanto a generar un ambiente cabrón, el hecho de que todos estuvimos todo el tiempo con las nalgas pegadas a las sillas que acompañaban a las mesas donde te servían tus tragos, tus botanas y tus comidas. Con el paso de los ritmos, daban ganas de danzar, de meterle al zapateo. Cómo en el Vive Latino, donde la raza se prendió a lo bestia. Chido One.

Una última pa’ ir comiendo, Arau cerró con broche de oro el Auditorio Nacional

A pesar de todo, los ánimos jamás cayeron por parte de la gente involucrada en la banda de Arau, ni tampoco el espíritu del propio Laslo, quién entonaba cada una de las canciones como si se tratase del último momento que vivirá. Ni entona entre tanto grito de puro poder rocanrolero, baila, patalea, brinca, y mueve las caderas. No es lo suyo quedarse quieto. Contagia ese espíritu rebeldote , animado, que aún va contracorriente.

Es esa la energía que se comenzó a contagiar entre todos los presentes, quienes ni tarde ni perezosos cooperaron con la dinámica entre risas, aplausos, una que otra chica hasta se paró a dar un buen taconazo en el medio de la pista, y otros gritaban, ya con alguna copita buena onda encima, a lo que se viene a una tocada, pues. Hasta en pleno despapaye, la mesa 119 (creo) le mandó un vasito de mezcal a Laslo para calentar la garganta y darle cierre a una noche aunque imperfecta, sonó con mucho deseo que seguir rocanroleando hasta la muerte; un detalle bastante disfrutado por los presentes que por fin se unieron al unisono.

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¿El pretexto? Laslo hizo un homenaje a la banda donde tocaba el señor del cuerpo que tomó prestado, la Botellita de Jerez. “Alármala de tos” fue la cereza en el pastel. Una canción de poca empatía, violenta, sangrienta y excesivamente descriptiva, simón, así tal cual se podía leer el Alarma, periódico de nota roja, hace algunos años atrás. El coro del público por fin unido, afinaditos y emocionados, no dejamos pasar ni un “alarma, alármala de tos, uno dos tres, patada y coz”. Hasta se me puso el cuero chinito.

Setlist de Sergio Arau en el Lunario del Auditorio Nacional. 8 de febrero de 2024

• Tocada y fuga
• Danubio Blues
• Carmen de Cañón
• Pozole mío
• Sobre las solas del bar
• La cuarentona de Mozart
• La hago de los bisnes
• Apertura del Guille Motel
• Mi prima Vera y el Vivales
• Paraliza
• Alármala de Tos