Cine
Código Traje Rojo: The Rock arruina la diversión en su camino para salvar la navidad
En algún punto de la vida en este sacrosanto espacio, se volvió una especie de castigo masoquista reseñar todos los churrazos protagonizados por Liam Neeson. Tristemente (imagínense como está la cosa), la racha de ver a ese buen hombre ha sido reemplazado por una racha aún más catastrófica: las películas protagonizadas por Dwayne Johnson, La Roca. Y Código Traje Rojo, evidentemente, es otro tremendo fracaso en su filmografía pero que a diferencia de aventuras genéricas como Jungle Cruise, el estreno de esta semana termina por ser frustrante.
Tan solo tengan en cuenta lo siguiente: a Johnson se le une un equipo conformado por grandes estrellas como Chris Evans, Lucy Liu, J.K. Simmons, Bonnie Hunt y Kiernan Shipka en el rol de la villana. Luego, le añades buenos efectos especiales a una premisa común pero que, si se suman sus elementos de la manera correcta, tendríamos un nuevo clásico navideño. Algo que por supuesto, no se consigue debido a la torpe dirección de Jake Kasdan, autor que parece haber olvidado la calidez de su genial Orange County o la ridiculez de Walk Hard. ¿Cómo arruinas la inverosímil idea de tener a La Roca y Capitán América salvando a Santa Claus? Solo él sabe.
De qué va Código Traje Rojo
Un día antes de navidad, ocurre la peor tragedia de todas: Santa Claus ha sido secuestrado sin dejar rastro. Su vida y el destino de la festividad dependerán de Callum Drift, su jefe de seguridad que se verá obligado a reclutar a un hombre que estuvo en la lista de chicos malos toda su vida: el audaz ladrón y hacker Jack O’Malley. Juntos, en un apretón de manos a la Depredador, sellan su destino: rescatar la navidad.
Insisto, ¿qué tan difícil era arruinar esta idea? Incluso la primera escena tiene un chiste excelente que ilusiona con el tono que tomaría la obra. Si hay elementos por rescatar en Código Traje Rojo son esos ocasionales chispazos de simpatía, en especial cortesía de Simmons como este Santa Claus musculoso que levanta pesas como si fueran empanadas y de Evans, cuya participación en general es bastante agradable… Hasta que empiezan a atacar todo aquello que le resta ritmo y encanto a la trama.
Aunque todo filme navideño tiene estos aires de moralidad y familia panista tradicional, cuando se cruza el drama de Chris con su hijo, hay un intento de desarrollo tan convencional, que termina por volverse aburrido, sin relevancia alguna para la dupla. No había necesidad de prolongar la película o querer profundizar mucho: solo debías tener peripecias simpáticas y algo de acción para ser un ridículo entretenimiento que perdure por generaciones. No querer jugarle al complot en el Polo Norte, ¿qué payasadas son esas?
Pero lo verdaderamente insufrible es el personaje de Dwayne Johnson. ¿Por qué todo debe ser tan serio con este hombre? La idea de una comedia navideña es llevar las festividades a niveles exagerados. Si la gente revisita todos los años El regalo prometido, no es porque sea una obra de arte a la ¡Qué bello es vivir!: es porque Schwarzenegger entendió la clase de película que debía ser, llena de grandes momentos de comedia boba. Su lado de hombre rudo sale en momentos muy específicos y son justo para darle un efecto cómico a la historia, no para presumir todo el tiempo que es el mejor o el más preparado. Era un personaje humano, no un superhéroe sin el título. Lamentable.
El resto de la historia es ir del punto A al B y luego al C sin alguna sorpresa o escena memorable. ¿Cómo es que secuestran a Santa tan fácil si está bien mamey? Un gran misterio sin resolver.
Varios personajes se suman al recorrido, en especial del lado antagónico como Gryla, la bruja navideña o el Krampus, hermano de Claus, ambos con su propia historia que en definitiva, era más interesante. Luego está Lucy Liu y carajo, si aspiras a hacer una película de acción y la tienes a ella, ¡no la desperdicias con una sola toma donde patea a alguien y ya! Aparte, tienes un oso polar violento llamado García pero si no lo usas más que en el enfrentamiento final contra los secuaces genéricos, ¿cuál es el punto?
Este es un caso similar al visto en año pasado con David Harbour y su Noche sin paz: se concentraron tanto en ser tan serias, que terminan por ser un bostezo hasta que su verdadero potencial se asoma en los últimos minutos.
Que mejor te regalen carbón: con Código Traje Rojo puedes ahorrarte la ida al cine
Siempre recordaré con cariño a The Rock en su papel de Tómalo con calma. Aunque la película no es nada excepcional, él le dio un toque distinto y muy divertido gracias a su personaje de un matón gay con aspiraciones de convertirse en estrella de Hollywood. En aquel momento, parecía un buen giro a la idea de solo ser el hombre de acción. Pero ahora, Johnson vive encasillado en esta pose heroica y seria que se exige en todos sus papeles y hasta que no reconozca lo cansado que es esta fórmula, sus películas seguirán condenadas a la irrelevancia, despojadas de toda personalidad.
Código Traje Rojo tenía todos los elementos para triunfar: una premisa absurda, buen elenco, ideas divertidas, harto product placement (para que salgas con antojo de Hot Wheels y un PlayStation 5) y una sana dosis de lindo mensaje navideño familiar. En cambio, al director la pareció increíble hacer un pseudo thriller de acción-aventura-comedia familiar que no llega a ningún lado, que no desarrolla una química entre sus personajes y falla cuando intenta ser graciosa. Ni para verla en el camión a Zacatlán el 24 de diciembre, aléjate de aquí.