Pólvora Live
Tokyo Ska Paradise Orchestra: five days of streaming
La producción, el diseño, la ejecución o el setlist no fueron los protagonistas de la noche, esa fue la diversión
Yo era un chamaco lleno de acné, con esperanzas, sueños y hasta cierto punto feliz, pero sobre todo un fanático del ska, cuando se me atravesó por primera vez en vivo la Tokyo Ska Paradise Orchestra. Vive Latino. Escenario Principal.
Una vez terminado el numerito, jamás creí volver a presenciar un show tan divertido, tan bien orquestado, lo mismo bailable que romántico, furioso, esperanzador. Una bestialidad. Brutal.
Y así fue, hasta el día de hoy, los únicos que han podido superar a la Skapara son ellos mismos, pues lo hecho en su streaming by OCESA fue de lo más chulo que se ha podido ver en direct.
Nada tiene que ver su diseño de escenario muy sobrio, ni tampoco el espectáculo básico de luces o la profesionalidad tras la producción, la ingeniería o edición de audio. Es algo que va más allá, es personalidad.
A pesar de haber sido una transmisión previamente grabada, se sintió bastante al tiempo, se sintió como si estuvieran en el garage, en pleno ensayo privado, tocando los éxitos que mis amigos y yo les hubiéramos pedido a nuestras anchas.
Nuestras favoritas casi todas por cierto, pues el tremendo set estuvo pensado para tirar únicamente los más grandes éxitos de la skapara. Por ahí sonó “5 days of tequila”; “Samurai dreamers”; “Zero fighter”, “Black Jack”, “Tsuki no wink”, “Kokyo no kita, “Aurora no hate”, “Tsuki ni hoeru”; “Raise it all”; “Ska me crazy”; “Suikinkutsu” y la que ya se ha convertido en un clásico obligado cuando vienen a México, el ska instrumental del “Cielito Lindo”.
Poco podemos hablar de su interpretación, pues tienen bien ensayado cada movimiento. En el escenario son una coreografía, es una obra de teatro musical a lo Chicago, es una película de Damien Chazelle, es “La la land”.
Musicalmente derraman pasión por cada uno de sus instrumentos y son tremendamente respetuosos con el género que tocan. No son la típica banda de ska donde uno sólo tiene la batuta: el vocalista. Aquí todos jalan parejo, cada uno tiene sus momentos de gloria con solos tremendos de metales; con bajeos precisos, estudiados, emocionantes; guitarras virtuosas y tamborazos de primer nivel, acompañados todos por atmósferas de teclado, de piano, de órgano.
Y su comunidad lo siente, lo abraza, se dejan arrullar. En los comentarios la gente convivía como lo he visto en otro streaming. No sólo eran fanáticos lanzando mensajes de “los amo”, “toquen tal rola”, “ojalá vengan a México”. Podía sentirse una vibra diferente, una de amistad que incluso incluyó clases de japonés en dos o tres ratos.
Pero a pesar de todo, los conciertos de la skapara ya se sienten repetitivos, pues como ya se había mencionado, no cambia en lo absoluto su diseño de escenario ni sus trajes que, aunque modifican el color, ya sabemos quién usa sólo chaleco, quién tiene la camisa abierta o quien plancha mejor la raya.
Si los has visto en repetidas ocasiones y eres uno de los más grandes fans from hell, incluso te pudo parecer hasta predecible, pero no por ello vamos a negar que aquello en lo que flaquean, se recompensa al ser tremendamente divertidos.