Deadpool y Wolverine, acción, comedia y el más loco fan service de Marvel

Por fin, el mercenario bocazas esta de vuelta y no viene solo. Deadpool y Wolverine se estrena con la dupla estelar de Ryan Reynolds, su malsano humor y su acostumbrada violencia, y el regreso del ‘retirado’ Logan, el queridísimo Hugh Jackman, en una cinta que ofrece una de las más grandes locuras que el universo Marvel ha entregado en años. ¿Estamos listos para acabar junto con ellos?

De qué trata Deadpool y Wolverine

Tras pasearse por el tiempo para arreglar los pequeños y grandes errores del pasado, Wade Wilson (Reynolds), mejor conocido como Deadpool, continúa enfundándose en su apretado traje rojo y matando a diestra y siniestra. Sin embargo, ante la amenaza de que su mundo y todo lo que él ama será destruido, el mercenario bocazas tendrá que enfrentarse a nuevos y muy diferentes escenarios de los que habíamos visto hasta ahora y lo hará bien acompañado de Wolverine (Jackman), el X Men por excelencia, aunque la misión no será sencilla.

Después de dos entregas exitosas y de estar fuera del plano cinematográfico desde hace seis años, Reynolds llega a esta tercera entrega con un universo Marvel bastante alicaído que viene de lidiar con la mala taquilla de sus últimos proyectos. Ni qué decir de Jackman, que había prometido ya no volver al papel que lo lanzó a la fama después del gran cierre que este personaje tuvo con aquella belleza dirigida por James Mangold en el 2017.

De entrada, esta es la cinta más violenta del mercenario creado por Rob Liefeld, mismo que hizo su primera aparición en los cómics desde 1990 y cuya esencia esta más que presente en esta historia. Si bien el guion puede ser algo tremendamente simple y hasta absurdo por instantes, se mantiene fiel a lo que el personaje siempre ha representado desde las viñetas donde sus mejores arcos siempre han dependido de su irreverencia, la ruptura de la cuarta pared y sus constantes bromas pesadas en las que el mutante canadiense jamás se toma en serio.

Deadpool y Wolverine tiene ese gran acierto al alejarse de alguna forma del caos multiversal que Marvel ha planteado para crear su propia narrativa sobre ello, enfocándose en todo caso en su línea temporal existente para explotarla a través de referencias, bromas y unas cuantas sorpresas que convierten al filme en una locura absoluta llena de un fan service bien usado que, además, sirve como el último adiós a lo que fue 20th Century Fox y su mirada del mundo de superhéroes, a veces exitosa y otras cuantas fallida.

Otra de las virtudes de esta esperada cinta veraniega es la banda sonora, que incluye temas que solamente pueden funcionar en una cinta como Deadpool y Wolverine. Para aquellos que creen que el track list mostrado la semana pasada tiene spoilers, no tienen idea. El uso de los temas para algunas de las secuencias es realmente hilarante, destacando por ahí la segunda mejor manera de usar Bye Bye Bye de N’SYNC en una película (la anterior fue en Red Rocket de Sean Baker), así como You’re the one that I Want de Vaselina, pasando por Hells Bells de AC/DC y hasta Avril Lavigne con I’m With You, le suman mucho a esta comedia de acción.

Asimismo, la composición de Rob Simonsen (La Ballena, El Proyecto Adam) sabe jugar tanto con los sonidos épicos de batalla como con la emotividad que la cinta maneja. Y es que no todo es acción, pues Deadpool enfrenta una crisis personal mientras que Wolverine tiene que lidiar con las culpas de su pasado, momentos que sabe explorar más allá del alocado ritmo del filme. Esa es otra de las virtudes de esta tercera entrega del mercenario bocazas, que mantiene la atención del público gracias a lo vertiginoso de su humor y su acción casi constante.

Hablando de la acción, Shawn Levy, que dirige ese filme, se reencuentra de buena forma con Reynolds, con quien hizo el éxito de Free Guy (2021), así como con Jackman, que fue el protagonista de la emotiva Gigantes de Acero (2011). Esas experiencias previas con ambos ayudan no sólo al montaje de las secuencias de acción, mismas que destacan por la cantidad de sangre pero sobre todo por la agilidad en la que ambos personajes lucen.

Uno de los detalles que, a nivel argumental, parece ser el gran problema de casi toda cinta de superhéroes, es sin duda el planteamiento de los villanos. Aquí, ni Paradox (Matthew Macfayden) ni la poderosa hermana gemela de Xavier, Cassandra Nova (Emma Corrin) logran sobreponerse del cliché eterno de no estar de acuerdo con alguien y querer terminar con la existencia de todos. Si bien Nova tiene momentos bastante poderosos e intimidantes, Paradox es una caricatura andante.

A pesar de ello, son Ryan Reynolds y Hugh Jackman los que ponen la gloria a Deadpool y Wolverine, mostrando no sólo la gran química que ambos tienen en pantalla, sino ese lazo de amistad desde que se conocieron desde hace 17 años cuando filmaban X Men Origenes: Wolverine (Hood, 2009). La nostalgia de verlos juntos de nuevo y permitirle la libertad al personaje de Hugh de ser mal encarado y malhablado se complementa de forma perfecta con lo desgarbado, bobo y bocazas del señor Pool.

Es notorio en cada escena que ambos nacieron para interpretar estos papeles. Y lo mejor es que la cinta mantiene un respeto a lo hecho por la última cinta de Jackman como el héroe mutante, creando un curioso epílogo a ese relato que se adapta de manera perfecta a la propuesta demencial de Deadpool y Wolverine. Ni qué decir de algunas de las esperadas sorpresas que van más allá de lo que ya reveló Marvel en sus últimos trailers y que seguramente darán de que hablar.

Así, Deadpool y Wolverine cumple exactamente con lo que prometía, una cinta llena de esa incorrección nata del mercenario junto a la actitud salvaje del X Men favorito de todos, en una gran mezcla de acción y comedia sin límites que navega a través del desastre del multiverso creado para darle un lugar entre las más entretenidas propuestas de superhéroes vistas recientemente sin ninguna otra pretensión mas que entretener con un par de garras, unos cuantos balazos y un mar de referencias congruentes en un regreso y despedida a aquellos primeros momentos del cine basado en cómics que resulta placentero.