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Appetite For Destruction de Guns N’ Roses: Violencia, sexo y muchas drogas

Violencia, sexo, drogas, más sexo y muchas más drogas son lo que rodea la obra de Guns N’ Roses, Appetite For Destruction de finales de los años 80.

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Violencia, sexo, drogas, más sexo y muchas más drogas son lo que rodea la obra de Guns N’ Roses, Appetite For Destruction de finales de los años 80.

Para entender este disco, hay que saber qué pasaba alrededor de estos cinco engendros del rock, donde la escena era gobernada por las bandas glam/hard como Poison, Mötley Crüe o Ratt y el Sunset Strip de California era el lugar obligado para saber si tenías lo necesario para dar el salto a las grandes ligas, lo cual sencillamente no quedaría en duda dos décadas después.

Appetite For Destruction podemos considerarlo como el mejor álbum de la banda por lo crudo y letras que realmente expresaban los intestinos de los músicos, con todo e infidelidades dentro del estudio de grabación. Gracias a él, el mundo conoció a ese Axl Rose luciendo un paliacate en la cabeza y a un Saul ‘Slash’ Hudson con su melena bajo un sombrero de copa, claro, para esto también hubo un proceso de refinamiento a la banda por parte de Mike Clink, el productor que le enseñó a Axl a no gritar desproporcionadamente y alcanzar notas altas sin esfuerzo, lo mismo al encajar las seis cuerdas de Slash en los momentos apropiados para que todos lucieran a la par.

La llegada de Clink sea dicho, llegó después de que Paul Stanley (vocalista de KISS) fuera rechazado por Rose y Hudson al querer modificar coros en “Nightrain” lo cual causó la ira del vocalista y los rumores de homosexualidad del ‘star child’ creados por el guitarrista.

Appetite For Destruction, portada original
Appetite For Destruction, portada original

De una sirena a una mujer teniendo sexo real son los sonidos que abren y cierran esta placa que saliera el 29 de agosto de 1987 vía Geffen Records, buscando lo más bajo de una sociedad a la cual ellos veían como habitual y eran parte sin ningún problema moral o personal, incluso Slash comentaba por esos años que ‘aquí es posible asesinar’ y sería visto como un reflejo normal de los excesos, siendo el favorito de ellos, la heroína.

Temas que han pasado el veredicto de los años, que son escuchados tanto por rockeros como por oyentes de ocasión en alguna fiesta, caso de “Sweet Child O’ Mine” o evento deportivo con “Welcome To The Jungle”; sin embargo algunos de ellos incluyen historias llamativas, la mejor de todas en “Rocket Queen”, tema con el que cierra este disco de 12 tracks, en las cuales se escucha el gemido sexoso de Adriana Smith, novia de el baterista Steven Adler (en ese entonces) quien al momento de la grabación, a sus 19 años, tenía relaciones con Axl Rose mientras él grababa las voces; los encargados del audio no dieron stop a lo que pasaba, dejando el botón rec en rojo e incitando a que todo subiera de tono hasta que pasó, el sudor y sonidos fueron reflejo de las palabras de Axl: ‘venga, Adriana, haz que sea de verdad’. Tal vez, la escena de infidelidad más famosa del rock dentro de un estudio de grabación, las pruebas son irrefutables.

Otra canción, “Nightrain” por años se pensaba fue escrita a su vino preferido pero Slash lo desmintió diciendo que sencillamente es sobre hacer lo que quieras cuando quieras, a lo que “Out Ta Get Me” puede ser otro ejemplo de lo mismo, al ser una experiencia de Axl cuando vivía en Indiana y tenía problemas con la policía más seguido de lo normal.

Por otra parte, “Paradise City” no tiene nada de interesante, simplemente llegó a la banda mientras viajaban en una camioneta en la parte trasera, lo único llamativo sería que el coro original creado por Slash decía ‘where the girls are fat and they got big titties / donde las mujeres son gordas y tienen senos grandes’ y que Axl cambiara a ‘where the grass is Green and the girls are pretty / donde el pasto es verde y las mujeres hermosas’; mientras que “My Michelle” está dedicada a Michelle Young, amiga de Axl.

Guns N' Roses alineación original
Guns N’ Roses alineación original

Todo esto aderezado de riffs potentes de parte de Slash e Izzy Stradlin, Duff McKagan colocando el bajo de forma quirúrgica al ritmo generado por Steven Adler en la batería y las letras y cambios de agudos y graves de Rose en el micrófono, como ocurre en “It’s So Easy” o “Mr. Brownstone”.

Otro ingrediente especial al disco es la portada, la cual en su diseño original iba a ser una ilustración de un robot terminado de violar a una mujer en un callejón, por razones de cuidar un poco el material terminó siendo la cruz con los cinco cráneos en fondo negro, sin embargo salieron algunos acetatos con la escena original.

Appetite For Destruction, el momento más importante de una banda que dominó al mundo, mentes dañadas que solo pudieron estar juntos cierto tiempo y que siempre se añorará con un reencuentro de los miembros originales, sin embargo tal vez en lo imposible de esto radica la magia de Guns N’ Roses.

Editor de Pólvora, periodista musical y fotógrafo desde hace más de 10 años. Licenciado en comunicación social con la tesis El Rock Como Movimiento Social en la UdeC. Fan de los deportes, cómics, la ciencia ficción y películas de acción basura de los años 80-90.

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