Slipknot, a 25 años de su brutal y emblemático disco debut

Miedo. Ese era el sentimiento que a mis ocho años, me provocaba ver el video de “Wait and Bleed” de Slipknot cuando lo pasaban por canal 28 (¿recuerdan cuándo solo pasaban videos y no existía el horrendo de Gustavo Adolfo Infante?). En aquel entonces, esos dos minutos y medio de un montón de hombres enmascarado en estado casi epiléptico, sin entender que pasaba y encima de todo, con un protagonista payaso, parecía arrancado de la pesadilla de todo infante atemorizado por los comerciales de It en canal 5. ¿Pueden creer que esta postal cumplirá 25 años en el verano del 2024?

Lanzado el 29 de junio de 1999, Slipknot, álbum debut de los enmascarados de Iowa, llegó como una revolución al género de moda a finales del siglo XX. Siempre hablar de nu metal implica una enorme ambigüedad en cuanto a estilo ya que ninguno de sus exponentes, suena igual. Del denso bajeo funk de Korn, al melancólico sonido de Deftones, pasando por el rap de Limp Bizkit y la oscuridad de Evanescence o Coal Chamber, la originalidad y lo trasgresor de las mezclas fue lo que unió a esta escena popularizada por MTV, el Ozzfest y los videojuegos emblemáticos de la era.

Slipknot, 25 años de un inolvidable debut

De entre todos los actos del mainstream estadounidense, ninguno desataba tal agresividad en el sonido y misantropía en las letras que estos nueve individuos que tomaron al mundo sorpresa. Sin reinventar la rueda, Slipknot adaptó la idea del shock rock a las necesidades de los 90, con una tremenda furia al incorporar sampleos en tornamesa, un sinfín de percusiones y acompañados de músicos realmente virtuosos como el difunto Joey Jordison, sentó las raíces de la que se convertiría en una de las bandas más famosas del metal (aunque luego le digan reggaeton con guitarras).

La historia de la agrupación nos remonta a 1996 con el lanzamiento del muy interesante Mate.Feed.Kill.Repeat. Aunque de producción rudimentaria, las composiciones de aquella primera base conformada por Jordison, Paul Gray al bajo y Shawn Crahan en las percusiones, demostró una ambición sinigual. No hay mejor forma de describir este demo que experimental, niveles que harían a Mike Patton sentir orgulloso. De estructuras tomadas del death, thrash y atmósferas de industrial, no había miedo de pasar al jazz y disco como en la maravillosa “Do Nothing/Bitchslap” que, sin temor a equivocarme, Gray jamás volvió a tocar como aquí.

Dada la excéntrica imagen y lo explosivo del show en vivo, fue inevitable que no acapararán la mirada de los sellos discográficos. Entra a escena el padrino del nu metal, maestro Ross Robinson que ayudó a darle forma a todos los lanzamientos importantes de la década. Gracias al demo de “Spit It Out”, la banda que abandonó Iowa para consagrarse en el sueño californiano, fue adoptada por el productor y de inmediato entraron a grabar a Indigo Ranch en Malibú junto a su nuevo vocalista, Corey Taylor.

El resto, es historia, misma que llega en 15 tracks increíbles, libres de las malditas pretensiones que Taylor se esforzó en meter con calzador a partir de The Gray Chapter.

“Here comes the pain!” es lo primero que escuchas tras la abstracta pieza instrumental “742617000027”. La siguiente hora, quedas a merced de ellos, ante lo impredecible que será cada pieza en uno de los mejores arranques de discos en la historia del rock.

De nueva cuenta volvamos mentalmente a aquella época más simple, cuando los maloras de tu salón se peinaban de picos, usaban bermudas de camuflaje y Marilyn Manson era su dios. Imagina escuchar la historia de una niña que fue secuestrada, violentada y enterrada viva en una caja. Así nos cantaba Corey Taylor en la excelente “Purity”, misma que fue objeto de una disputa por derechos de autor al inspirarse en una historia tomada de un sitio web (la cual habían creído que era un caso real)”.

Aunque a Corey ya le emperre cantarla, “Wait and Bleed” es un absoluto himno. Rápida, con un gran coro, una esquizofrenia en la mezcla de voces que nos hizo voltear a verlos. Su primer sencillo, carta de presentación al mundo entero, alcanzó el casillero 34 en la lista de rock de Billboard y en Inglaterra, lograron colocarse en la posición 27. Eventualmente, vendieron más de un millón de unidades tan solo del sencillo y a los dos años, les dio su primera nominación a los Grammy por Mejor actuación de metal, aunque perdieron contra “Elite” de Deftones.

Con “Spit It Out” se anotaron otro hit inolvidable. Aunque también lo nieguen, su acercamiento al rap en fusión con un metal extremo, resultó el opuesto a las melodías más accesibles de Durst o Shaddix. Lástima que ya no revisitaron esta fórmula.

Pero el mantra que en general unía el espíritu de los primeros años se resume en el primer verso de “Surfacing”: Fuck You All! Cuando Taylor fue entrevistado en el documental de A Headbanger’s Journey de Sam Dunn, recalcó la importancia de unir a la gente a través de la música. El mundo podrá ser una basura, te tratarán mal por doquier pero allá afuera, hay otro fan con las mismas frustraciones que te entiende y se acobija bajo las mismas canciones.

“No esperábamos el éxito, ¡pero explotó por completo! Estábamos tan determinados, ansiosos y listos de tomar al mundo que lo hicimos. No temíamos a nadie y eso se veía cuando subíamos al escenario”.

– Joey jordison en entrevista para metal hammer (2020)

El encanto de Slipknot recaía en la crudeza de sus primeros años, el mensaje de enfrentar al mundo con valor y fuerza sin importar cuan siniestro sea.

La entrada de Robinson fue para bien pues no cambió su esencia, solo se encargó de perfeccionarlo. Rescataron temas oscuros del demo como “Tattered & Torn”, jugaron entre melodías con los scratchs psicóticos de Sid Wilson, hablaron sobre la libertad en “No Life”, dieron alaridos de terror en “Prosthetics”, hubo funk en “Only One” y marcaron vidas en la catarsis de cantar “You all stare, but you’ll never see there’s something inside me”. ¡La epítome de los 90 concentrada en un verso! Una celebración a los inadaptados concentrada en una sola placa, un consuelo para la incomprensión que todos atravesamos de adolescentes.

Han pasado 25 años desde el estreno de Slipknot y salvo lo conseguido con su sucesor, Iowa, jamás volvieron a replicar la magia. Ese ánimo de experimentar, de entender que en la simpleza radica la virtud, quedó catapultado aquí. Hasta las máscaras, mucho más sencillas y sin la mano de Tom Savini detrás, causaban más asombro. Además, funciona como una buena introducción para aquellos curiosos intrigados por el metal (no faltará el mamador que te mande a Pig Destroyer o Mortician). Un debut inolvidable, sin duda alguna.

Slipknot celebrará su 25 aniversario en el Paruqe Bicentenario

Conscientes de la importancia de una placa que vendió más de dos millones de copias en todo el mundo, Slipknot prepara su gira del 25 aniversario a partir del mes de noviembre del 2024 y México es una parada obligatoria.

La cita es el 8 de noviembre en Guadalajara en Calle 2 y un día después, el 9 de noviembre en Parque Bicentenario junto a Baby Metal y Orbit Culture. Los boletos están disponibles en superboletos y van de los $1,428 a los $4,188.