Cine
La Otra Cara de la Luna, una buena comedia romántica sobre el viaje a la luna
Si hubo un hecho histórico que cimentó una ventaja ideológica dentro de la Guerra Fría, esa fue la carrera por el espacio, misma que terminó inclinándose hacia Estados Unidos. La Otra Cara de la Luna le da un giro cómico y romántico a lo que sabemos sobre el alunizaje logrado por el Apolo 11 en 1969, todo gracias al encanto de Scarlett Johansson que aprovecha su ausencia del MCU para actuar y producir este entretenido proyecto.
De qué trata La Otra Cara de la Luna
La década de los 60 fue bastante agitada, pero hubo una misión que para dos naciones, la del bloque socialista de la URSS y el sueño americano capitalista de los Estado Unidos, fue determinante. Y es que, por un momento, las grandes potencias se enfocaron no en los misiles y amenazas terrestres, sino en poner un hombre en la Luna. Con la misión del alunizaje como pretexto, la prodigio del marketing Kelly Jones (Johansson) tratará de convencer al público de la importancia de este logro y hacer lo que sea para que funcione. Incluso si eso causa estragos en la ya difícil tarea del director del lanzamiento Cole Davis (Tatum).
No es la primera vez que el tema de la conquista de la Luna y la carrera espacial es tomado cinematográficamente. Desde el relato desde el punto de vista de Neil Armstrong creado por Damien Chazelle en El Primer Hombre en la Luna (2018), hasta la misma evolución de la carrera espacial desde la primera misión con el Programa Mercury en Los Elegidos de la Gloria (Kaufman, 1983) hasta el documental creado con el material original de la NASA del alunizaje, For All Mankind (Reinert, 1989), pero La Otra Cara de la Luna se distingue de ellos gracias a la comedia y sello propio que le inyecta a esa importante historia.
Muy al estilo de lo hecho por Ben Affleck en la tragicomedia ochentera Air (2023), la cinta toma un popular hecho histórico que todos conocemos para explorar otros recovecos como las teorías de conspiración detrás del mismo, así como el empoderamiento femenino a través del filtro de una relación al más puro estilo de las comedias románticas de parejas disparejas que vive no sólo de una ambientación excelente, sino del carisma de sus protagonistas que no solo conquistan la Luna sino sus propias diferencias.
Greg Berlanti, director que llegó de rebote a la cinta después de que Jason Bateman tuvo diferencias creativas con la producción, toma las riendas para domar un ambicioso filme que toma los rumores acerca del Proyecto Artemis, aquel que planteaba que el alunizaje fue grabado y simulado en un estudio de televisión a petición del gobierno estadounidense con tal de lograr esta misión y no dejar que los comunistas dieran un golpe de autoridad sobre la ideología del país de los libres y el hogar de los valientes.
Gran parte del encanto de La Otra Cara de la Luna radica en el gran papel de sus protagonistas. Por una parte, tenemos a Scarlett Johansson, que también funge como productora del filme. Desde la presentación de su personaje, Kelly Jones, como fiera del mercadeo en medio de una sala repleta de hombres, se demuestra esta contraparte dentro de un mundo lleno de varones. Jugando con la fortaleza y la vulnerabilidad que representa, la actriz saca chispas en pantalla con su carisma y el tiempo que comparte en pantalla con su compañero, Channing Tatum.
El actor, que parece encontrar una revitalización en su carrera, es el perfecto complemento ante esta chica rebelde que rompe reglas y cuestiona sus decisiones como el líder de la misión. Y es que Cole Davis es un hombre que se toma muy en serio su trabajo debido a cierta cuestión de su pasado, además de la incapacidad que tiene para poder realizar el viaje a la Luna él mismo. Es su personalidad estoica y seria que se complementa con la alegría y picardía de Jones, creando una dupla efectiva que se rodea de un ensamble atractivo al lado de Woody Harrelson o Ray Romano en roles secundarios que rodean a los protagonistas.
Por otra parte, La Otra Cara de la Luna también destaca en su representación del sueño americano en la última parte de la década de los 60, momentos en que la Guerra de Vietnam quebraba la moral de una nación que, además, seguía enfrentando esa pelea por los derechos civiles y la fiebre del movimiento hippie. Aquí, Berlanti y compañía toman eso como un importante contexto para darle fuerza al alunizaje como aquel logro que fuera un rayo de esperanza para todos. Es así como lo vende Jones y como trata que todos lo vean, incluyendo el espectador.
El guion de Rose Gilroy, inspirado en una historia creada por Keenan Flynn y Bill Kirstein, juega con varios elementos luminosos para resaltar la importancia de ver hacia las estrellas y poder soñar, dotando a la cinta de un aire de comedia de la época dorada de Hollywood. Claro está que, detrás de esa aventura, existían montones de intereses políticos y económicos. Pero la historia, si bien los toca desde el lado de la comedia, se centra más en la esperanza que el espacio o lo desconocido podía significar para todo el mundo.
Aunque los fantasmas del pasado de Cole y Kelly son el eje que lleva a este alunizaje por más de dos horas, estos se complementan bien con toda la producción detrás de ellos. Comenzando con los peinados y el maquillaje, que recrean esa sensación sesentera acompañada por la fotografía del maestro Dariusz Wolski (Misión Rescate, Napoléon), que no sólo captura el misticismo detrás de la NASA y Cabo Cañaveral, sino que le dota de un toque de ensueño que por momentos recuerda a Siempre (1989) de Spielberg.
Ni qué decir del diseño de vestuario , donde resaltan las camisas usadas por Cole que hacen alusión directa a la popular serie de ciencia ficción espacial de Gene Roddenberry, Viaje a las Estrellas al portar unas muy similares con los colores azul, rojo y amarillo ocre. Además, gracias a la partitura de Daniel Pemberton (Apuesta Maestra, Enola Holmes) y una selección musical peculiar con temas como “To Love Somebody ” de los Bee Gees o la que hace alusión al título en inglés del filme, “Fly me to the Moon“, la cinta exuda y aprovecha estos elementos para ofrecer una cinta que nos lleva a revivir no sólo un hecho histórico, sino tova esa vibra alrededor del mismo.
Por ello, La Otra Cara de la Luna genera no sólo que volteemos hacia el cielo y soñemos sino que complace al mezclar de manera efectiva las teorías de conspiración con el romance y la comedia, todo a través de un hecho que, aunque sepamos su desenlace, resulta encantador en su relato gracias al carisma de dos histriones que brillan tanto como una luna llena.