Mi amigo robot: una contundente lección de animación

Por: Ed Vázquez.

Desde España para el mundo llega Mi Amigo Robot (Robot Dreams) de Pablo Berger, basado en la novela gráfica homónima de Sara Varón del ya alejado 2007, es un trabajo que nos confronta con los momentos, los sueños, las oportunidades, los miedos y los sentimientos hasta que podamos danzar con el tiempo y la vida misma.

Quien diga que la animación es un género y algo infantil, se equivoca demasiado. Y como diría Guillermo del Toro: La animación no es un maldito género. ¡La animación es cine!

Como un añadido a lo anterior sumamos lo que Phil Lord y Chris Miller (productores de la película animada Spiderman: Un Nuevo Universo) mencionaron tiempo atrás… la animación puede tocar temas serios y adultos, además de valerse de un excelso trabajo en fotografía, sonido, diseño y actuación. Como en cualquier película live-action digna de alabanzas.

“Our hearts were ringing In the key that our souls were singing, as we danced in the night Remember, how the stars stole the night away”: De qué va Mi Amigo Robot

Dog es un perro lindo, autónomo y solitario que vive en la gran ciudad de Manhattan, Nueva York, durante la década de los 80. Un día, tras ver por la ventana a una pareja viendo la televisión, decide pedir y construirse un robot AMICA 2000 para tener un amigo y compartir muchos momentos.

Es así como su amistad crece hasta hacerse inseparables y bailar en sintonía de la TIERRA, VIENTO Y FUEGO. Aunque, tras una tarde de un genial verano, y antes de que Ocean Beach cierre por temporada, la noche cae para ambos y por una jugada cruel del destino, Dog se ve obligado a abandonar con gran tristeza y pesar a su amigo robot en la playa, momento en el que ambos vivirán un destino y camino para aprender sobre la amistad, pérdida, soledad, el tiempo, sintonía y superación, junto con la importancia de los vínculos en esta gran vida.

Entre todas las nominadas que compiten en los Premios Oscars 2024, debemos resaltar que Mi Amigo Robot (Robot Dreams) es una coproducción hispanofrancesa, la cual cuenta con un limitado presupuesto de 6.5 millones de dólares y con oportunidades, sentimientos y una lección de animación contundente que, con tan poco, se atreve a realizar algo único y grande; quizás no gane la estatuilla dorada, pero posiblemente se gane su gran mención honorifica y nuestros corazones.

Aunque la cinta se encuentra inspirada en lo ya realizado por Sara Varon, reconocida artista gráfica estadounidense e influenciada por Sueñan los androides con ovejas eléctricas, es que Pablo Verger (director) toma como inspiración el trabajo de la artista para debutar con esta ópera prima en el cine animado y dejando su sello personal para darle rienda y más motor a esta historia.

Claramente, Berger rinde un llamativo homenaje melancólico y nostálgico a la ciudad de Nueva York de los 80, ya que éste vivió durante muchos años en ella, experimentando grandes cambios y consiguiendo logros como acumulando experiencias y forjándose en la dirección de cine. Siendo todo lo anterior una joya en la gran corona que ensamblan a la perfección con su guion y ese rico aspecto visual como si de una novela gráfica fuera colocada en la pantalla grande.

Vaya que Berger no toma la vía fácil, dejando en claro que la calidad de arte y la mano a la hora de escribir no deben estar comprometidas por algo de bajo presupuesto se le reconoce no ser uno más del montón dentro de la cartelera.

Él y su guion, por momentos algo largo y engañoso al punto de no ser tan perfecto en pro de la trama y nuestro bienestar, están arriesgándose a lo grande. ¿Por qué? La película no cuenta con ningún diálogo o palabra dicha por los personajes, lo único que tendremos son imágenes, colores, personajes, acciones, sonidos y canciones (siendo vital para la trama “September” de Earth, Wind & Fire), los cuales son el ingrediente perfecto para llevarse con una calma y elegancia, así como vistos con una mirada profunda y cargada de puro sentimiento.

La exploración sobre las emociones y conexiones que nos espera aquí es única, llevándonos por un camino de “realidad” y ensoñación que nos desbastará y apachurrará como abrazará el corazón, así como nos otorgará un respiro de vida y sonrisa al alma hasta que este viaje acabe en los créditos. No busca ninguna pretensión, ya que es algo sencillo y lo cual va dirigido a todo público.

La historia nos centra en las oportunidades, la búsqueda de algo y la pérdida como bien había mencionado antes, pero de igual forma sobre la superación, las conexiones y vínculos que formamos en el camino de reencuentro y el ritmo con el que llevamos todo ese largo y cruel pero victorioso proceso hasta dar ese gran baile necesario. Su director e historia nos invita a soñar con los ojos abiertos y caminar en medio de dos mundos donde la EXPECTATIVA y la REALIDAD harán de las suyas.

Ante todo lo dicho anteriormente, no podríamos no hablar de los personajes principales que son Dog y Robot, dos seres tan distintos en el exterior pero que dentro de ellos hay algo que se esconde y no temer salir… ¡EL VIVIR!

DOG: un personaje bonito y tranquilo pero solitario, el cual quiere tener brillantes momentos fuera de la caja, pero no encuentra alguna motivación para ello. Él vive guardado en su pequeño apartamento lleno de una rutina cansada y fría.

Mientras que ROBOT tras ser armado por Dog, se vuelve un explorador rápido, alguien que no le importa el que dirán, y el cual irá aprendiendo del mundo sus costumbres y más sobre la marcha hasta que junto a su compañero ambos brillen.

Pero es un momento fulminante cuando los papeles cambien y ambos entiendan al otro, colocándose en sus zapatos y trazando una ruta única de aprendizaje doloroso y fortaleza inigualable que la amistad es única pero evolutiva y nadie nos pertenece más que nosotros mismos, que el duelo y la pérdida nos dan una esperanza, que a veces las oportunidades de avanzar pueden ser dolorosas como geniales en ciertos momentos.

Los personajes nos hablan sobre dos vasijas distintas, pero almas esencialmente buenas, las cuales disfrutan, acompañan, aprenden y son felices juntos o en su respectivo camino y muy a su manera. Que el amor nos lleva al odio y el odio nos acerca al amor, que a veces necesitamos un cobijo o abrazo sincero, que nos tomen de la mano para otorgarnos cierta lección de vuelo y baile que nos lleve a algo tranquilo o intenso con esos momentos o personas fugaces, temporales o que son para siempre y nos permita ser felices y bailar con nuestra música favorita.

Estos personajes tienen lecturas muy diferentes, pero transmiten mucho más de lo que uno esperaría. Son parte de la vida misma, y nos hacen sentir el amor y el cobijo necesario del pasado, presente y futuro. Y el tiempo es una pieza fundamental para aferrarnos a esto: aunque técnicamente el tiempo de este trabajo por momentos será algo cansado o alargado en su hora cuarenta minutos de duración y que podría ser menos, nos deja en claro que cada momento vale, cada momento cuenta y cada sentimiento se hace valer, volviéndose algo eterno para nuestra alma y mirada.

La animación no es solo un género y es totalmente cine para todos sin limitantes, esta es una buena carta presentación (entre algunas otras cintas) de un equipo de trabajo impecable, cuidadoso y especial; un pequeño drama animado que ostenta un pequeño silbido de ciencia ficción, pero se decanta por la comedia y el drama conmovedor y encantador.

Sí, Mi amigo robot no es perfecta por momentos en su guion donde pudo haber sido menos, pero cumple con ser un largometraje importante de inicio a fin para rendir un tributo y una fuerza colectiva para el trabajo de una gran artista gráfica.