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Pólvora Live

Ghost en el Palacio de los Deportes: noche de clásicos entre fuego y dramaturgia

El Papa Emeritus IV con sus Nameless Ghouls repartieron hostias musicales en la liturgia heavy metalera de la CDMX

Gustavo Azem Martínez

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Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché

El Papa Emeritus IV (Cardenal Copia) y sus Nameless Ghouls recetaron una noche de puros clásicos en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México, donde acudieron más de 15 mil personas para dibujar un pintoresco paisaje de fanatismo puro entre caracterizaciones de santos infernales.

Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché

Ghost en el Palacio de los Deportes

La teatralidad es uno de los momentos clave. Fuera de la música, lo más destacado de la noche son los disfraces. Es como pastorela gigante, aterradora y atrevida, pero siemp al guión de la entrada al paraíso. Desfilan así padrecitos, curas, monaguillos, papas, enfermeras, y hasta uno que otro Nameless Ghouls sin instrumento.

Y encima del escenario, todos juegan a ser protagonistas del rocanrol. Si no se llevan los gritos del respetable por un solo, un riff, la locura total o un baile candente, lo hacen por supuesto insultos que sueltan entre ellos, lo hacen a empujones, y lo hacen a gritos desesperados de atención; sin embargo, no le llegan ni tantito al alarido que pegamos cuando el Papa Nihil retoma en escenario como un muerto viviente y sacude las caderas con saxofón en mano. Un cabronzuelo.

Claro que ahí el único dueño del escenario es Tobias Forge. El sueco de cuarenta y tantos años que juega el papel del ex Cardenal Copia. Un joven entusiasta de la idea de cómo se al mundo con Hard Rock, características que ningún Papa Emeritus ha tenido hasta el momento. Agilidad, carisma, vibra sexual y mucho rocanrol en las venas. A lo largo del toquín nos emociona con simples cambios de vestuario que lo hacen ver cómo un verdadero líder de organización. Nos muestra sus habilidades para el canto, pero también su excéntrico gusto en moda, pues desfila sacos, túnicas y corbatas en el último grito de las pasarelas de Milán. Un distinguido caballero.

Por si hiciera falta, también adornaron su enorme musical de Broadway con máquinas de confeti, con máquinas de humo, con máquinas de fuego, en pleno Palacio de los Deportes, y con uno que otro cuetón que retumbaba por todo el domo de cobre hasta insertarse directo en tus tímpanos para reventarlos. Una tremenda puesta en escena, que aunque un poco alta familiar, no aota para cualquier ojo.

Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché

Una noche de clásicos entre fuego

Pero la parte que de verdad nos ha traído hasta el Palacio de los Deportes, emana de las bocinas. Directo desde los amplificadores de la banda. Hubo fallas, eso fue identificable desde la fila uno, y hasta la última hilera de asientos, pero ninguna cayó en en pecado mortal de arruinar el concierto. La ejecución fue completa limpia, y divierten a mares, como si fuesen el mismísimo programa En Familia con Chabelo.

Si te clavas en el show, hay alguien que lleva la batuta de cada uno de los instrumentos. Es la batería que se levanta el lo más alto del escenario, sobre una base escaleras que van directo al paraíso. Es un sonido certero, seco, pero increíblemente poderoso que controla punto por punto cada tema, cada inicio y final.

Al rededor lo adornan dos guitarras que pelean a muerte por convertiste en el favorito del público. Vuelan riffs, solos y escalas distorsionadísimas, salvajes, y a veces también ecuánimes, evocando al romanticismo de sus baladas power merol que de un momento a otro estallan junto con un bajo que suena altísimo, y sumamente grotesco, atascado, de fuego (diría el Malcolm), incluídos dos teclados que parecieran no jugar un papel interesante en el montaje de las rolas, pero que cuando pones atención, te capturan en una serie de atmósferas que como brujería, te penetran el cerebro, toma posesión del mismo, y lo menea, te mueve los pies, los brazos, la cadera.

Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché

Así, nos llevaron por todo un viaje de grandes éxitos que nos recuerdan la importancia de Ghost dentro del movimiento Hard Rock mundial. Una banda que cambió los paradigmas de su país natal, cuyo modelo está siendo replicado en todo el mundo, dejando experiencias sonoras, con todo lo que eso conlleva, bastante interesantes para la posteridad. Aún no lo saben, pero las próximas generaciones se los agradecerán.

Setlist de Ghost en el Palacio de los Deportes

  • Kaisarion
  • Rats
  • From the Pinnacle to the Pit
  • Spillways
  • Cirice
  • Absolution
  • Ritual
  • Call Me Little Sunshine
  • Con Clavi Con Dio
  • Watcher in the Sky
  • Year Zero
  • He Is
  • Miasma
  • Mary on a Cross
  • Mummy Dust
  • Respite on the Spitalfields
  • Kiss the Go-Goat
  • Dance Macabre
  • Square Hammer
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Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché
Ghost desde el Palacio de los Deportes de la CDMX / Foto: Andre Dulché

Periodista musical egresado de la UNAM; ahora editor SEO, reportero y fotógrafo de esta H. revista digital, con más de siete años en el mundo de las notas, reseñas y opiniones de la industria musical. Interesado cien por cien en la búsqueda de nuevos sonidos, tendencias y datos históricos.

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