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Lux Aeterna, un curso intensivo de cine con Gaspar Noé

Una película de Gaspar Noé sin droga y sexo… Ah caray.

Mario Valencia

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Lux Aeterna reseña

Finalmente llega a salas nacionales el segundo mediometraje de Gaspar Noé, Lux Aeterna, protagonizado por Charlotte Gainsbourg. Mucha expectativa se tenía sobre lo que este par podría hacer: el primero, amo de los hipsters, inspiración de centenares de aspirantes a cineastas, incuestionable a pesar de sus excesivas pretensiones. La segunda, musa de Lars von Trier. “Nunca has hecho una sola película mala”, le comenta Béatrice Dalle en una escena. Por fortuna el resultado final es atractivo en muchos sentidos, aunque para un nicho muy definido.

El filme es la metaficción del rodaje de una escena, la quema de unas brujas. A través de distintas conversaciones entre el elenco y la producción, conocemos sus motivaciones y el descontento vivido en el rodaje. De forma gradual, sigue la misma fórmula de Clímax del descenso al caos: nadie está conforme con lo que vive en el set, ni hay un entendimiento sobre el propósito, pero la misión de terminar la película está latente. A pesar de las frustraciones e interrogantes, todo concluye en una secuencia hipnótica con un mayor sentido del que puedas suponer en el tráiler. La quema se lleva a cabo de una manera distinta, por una necedad que también raya en lo religioso que puede tornarse la labor de la dirección.

Lux Aeterna es el intento estroboscópico de Noé por plasmar su 8 1/2 o La noche americana. Un experimento que satisface a los eruditos de la historia del cine por sus constantes referencias y celebración a la técnica cinematográfica que ayudarán a comprender mejor la filmografía del argentino; algo que sus fans aplaudirán con alegría. Si has visto algunos de sus trabajos anteriores, te será interesante ver las obras que ha tomado como referencia. Detesto el término “carta de amor al cine” pero es lo que el director buscó aquí, tal cual (ahora ya aplico para ser el meme del niño con copa de vino).

Lux Aeterna reseña
Imagen: Cine Caníbal.

Entre cortes, se asoman frases de sus ídolos: Godard, Fassbinder, Buñuel, von Trier y Dreyer. Es en específico su fascinación con el director danés donde encuentra su inspiración, entre las escenas de Días de Ira de la quema de brujas en el siglo XVI, tergiversada al contexto pop de la visión del personaje de Béatrice. Las mujeres amarradas con lentes oscuros es un genial absurdo, que peca de ser demasiado local si no se tiene presente el contexto.

El absurdo es constante en cada pieza de Noé desde Carne así que no debería ser sorpresa para sus seguidores. El hecho es que insiste en esas pretensiones sin poder consolidar sus ideas como él quisiera y se pierden por aferrarse a la autoreferencia. En ocasiones, Lux Aeterna luce más como una justificación de sus formas más que al homenaje fílmico que pretende. “Así soy, ¿y qué?” es la proclama adolescente entre líneas. Noé a estas alturas espera que sus aficionados sean enciclopedias como él, cuando son miradas que difícilmente encontrará.

Pero de vuelta a la virtud, la película presenta un interesante choque cultural similar a El desprecio de Godard que también, pudo explotar más. Cuando Abbey Lee, la exuberante super modelo australiana llega al set sin tener idea alguna de la visión. “La dirección es horrible, ¿qué clase de producción es esta? No entiendo que pasa”, se lamenta mientras su manager le da la razón. Esta sátira es de lo más jocoso de la película y ayuda a mantener un tono de humor negro marcado desde el inicio por las citas de los autores y las versiones ficticias de Charlotte y Béatrice.

A favor también posee que la violencia, se mantiene más en el lado psicológico que el agresivo impacto físico usual en su filmografía. Las chicas atadas en la hoguera sufren de un martirio durante minuto, siendo de un fuerte impacto la incertidumbre de cuando se detendrá frente al acto en si. En ese sentido, es de lo más concreto que ha dirigido.

Al final, Lux Aeterna es un trabajo para aquellos acostumbrados a la obra de Noé o estudiantes de cine que verán reflejadas algunas de sus desventuras conceptuales. Además solo dura 50 minutos, así que nunca hay realmente un momento de tedio o calma. Si no es el caos de las discusiones, las charlas son muy divertidas. Y por supuesto, siempre será de gran valor conocer e indagar entre las influencias de los directores más aclamados. Un excelente filme para quienes busquen aprender sobre el mundo del cine.

Eso sí, si eres fotosensible, ni te acerques a verla por curiosidad. Esos últimos minutos podrían ser una tortura para ti. Advertido vas.

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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