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Vicentico Irrepetible: de los males el menor

Gabriel Julio Fernández Capello dio un concierto streaming musicalmente tremendo, pero visualmente aburrido.

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Vicentico, el reconocido cantante de Los Fabulosos Cadillacs, es también uno de los actos en vivo que más hueva me ha transmitido a lo largo de los años, salvo gloriosas excepciones como un Música Para Los Dioses 2008 en Teotihuacán, Estado de México, donde me llevó al nirvana musical.

En fin, sorpresivamente, el vocalista favorito de los niños de 31 Minutos armó uno de los Irrepetibles más destacados de la pandemia, aunque con uno que otro tropezón, falla o anomalía que no le permitirán ocupar el primer lugar de los futuros conteos de fin de año que alguien, seguramente, redactará con mucha algarabía.

Con mis Takis Fuego en mano (patrociname, Barcel) y un buen vaso de agua, o como le diría mi abuelo, whisky con ginger ale, me dispuse a otro rato de huva y terminar viendo Tik Toks cagados en mi celular.

Pero el primer minuto de la intervención del cantante argentino me dio un chingadazo en la cara, para después picarme la cola como en aquel glorioso video de Twitter que ha circulado, hasta este momento, en diversos países, en múltiples planetas y una que otra galaxia.

No fue su voz, mucho menos el nulo carisma que trasmitía ahí aplastado en una silla, de vez en cuando rasgueando la guitarra. Fue una orquesta con tremendas habilidades que le puso saborcito rico, latinoamericano, caribeño con sabor a choripan a la noche.

El primer punto a su favor, fue un ensamble perfectamente ensayado, bien dirigido y claramente apasionados de los ritmos que Vicentico aventó por una hora con treinta minutos exactos, ni un segundo más, ni un segundo menos.

Las percusiones tuvieron una destacada participación, lo mismo reventaron a ritmo de cumbia que de rock, que de pop, baladas románticas o de un extraño folk con tintes skatos que de pronto les dio la gana meter.

Sus arreglos a veces a tres guitarras me hacían mover las manos a lo air guitar, mientras que los metales intervenían en los momentos más aburridos de las composiciones para inyectarle un poco de ritmo, de alegría. Y bueno, la voz, de ininteligible por momentos a espectacular.

Vicentico supo taponear muy bien otras deficiencias (ninguna musical) con una orquestación que incluso superó a lo hecho en su clásico en vivo desde Corrientes, pero se quedó tremendamente corto en energía.

Elegir una formación a la redonda, sentados todo el tiempo y en medio de una oscuridad desconcertante, hasta deprimente con luces aparentemente ensayadas, no le hizo nada de justicia a temas para mover el bote a todo lo que da como “Creo que me enamoré”, “Solo un momento” o “Los Caminos de la Vida”; muchos le dio la atmósfera romanticona que necesitaban los covers “Algo contigo” y “No te apartes de mí”.

Visualmente tampoco me pareció atractivo. Las tomas, movimientos e intenciones de la cámara, no dieron muchas opciones más allá de ver a todos en un plano medio y aquí le paramos de contar, pero eso, era lo de menos.

Y la neta, no les voy a mentir, desperdició dos buenas oportunidades para tocar canciones nivel prime de su repertorio para interpretar una versión de “Vasos Vacíos” muy gris, sin emoción, muy de ahuevo, además de una versión a puro piano de “Basta de llamarme así”, ambas de Los Fabulosos Cadillacs, ambas innecesarias, nadie las quiere, nadie las extraña.

Pero de los males el menor, así que por el esfuerzo, por el talento de sus acompañantes y porque sí canté bien fuente, desde las heridas del alma uno de otro estribillo, el Gabriel Julio Fernández Capello se llevará un ocho de calificación, ¿por qué le pongo calificación? No sé, ni me importa.

AGUANTE VICENTICO.

Estas fueron algunas de las rolas que tocó, no me acuerdo de todas porque la neta me pegó el whisky, además tuve que levantarme a orinar varias veces, pinche frío, está bien rancio:

“Ya no te quiero”, “Viento”, “La carta”, “El rey del rock n roll”, “No te apartes de mí”, “Algo contigo”, “Basta de llamarme así”, “Paisaje”, “Vasos Vacíos”, “Creo que me enamoré”, “Morir a tu lado”, “Solo un momento”, “Los Caminos de la vida”.

Periodista musical egresado de la UNAM; ahora editor SEO, reportero y fotógrafo de esta H. revista digital, con más de siete años en el mundo de las notas, reseñas y opiniones de la industria musical. Interesado cien por cien en la búsqueda de nuevos sonidos, tendencias y datos históricos.

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En fin, sorpresivamente, el vocalista favorito de los niños de 31 Minutos armó uno de los Irrepetibles más destacados de la pandemia, aunque con uno que otro tropezón, falla o anomalía que no le permitirán ocupar el primer lugar de los futuros conteos de fin de año que alguien, seguramente, redactará con mucha algarabía.

Con mis Takis Fuego en mano (patrociname, Barcel) y un buen vaso de agua, o como le diría mi abuelo, whisky con ginger ale, me dispuse a otro rato de huva y terminar viendo Tik Toks cagados en mi celular.

Pero el primer minuto de la intervención del cantante argentino me dio un chingadazo en la cara, para después picarme la cola como en aquel glorioso video de Twitter que ha circulado, hasta este momento, en diversos países, en múltiples planetas y una que otra galaxia.

No fue su voz, mucho menos el nulo carisma que trasmitía ahí aplastado en una silla, de vez en cuando rasgueando la guitarra. Fue una orquesta con tremendas habilidades que le puso saborcito rico, latinoamericano, caribeño con sabor a choripan a la noche.

El primer punto a su favor, fue un ensamble perfectamente ensayado, bien dirigido y claramente apasionados de los ritmos que Vicentico aventó por una hora con treinta minutos exactos, ni un segundo más, ni un segundo menos.

Las percusiones tuvieron una destacada participación, lo mismo reventaron a ritmo de cumbia que de rock, que de pop, baladas románticas o de un extraño folk con tintes skatos que de pronto les dio la gana meter.

Sus arreglos a veces a tres guitarras me hacían mover las manos a lo air guitar, mientras que los metales intervenían en los momentos más aburridos de las composiciones para inyectarle un poco de ritmo, de alegría. Y bueno, la voz, de ininteligible por momentos a espectacular.

Vicentico supo taponear muy bien otras deficiencias (ninguna musical) con una orquestación que incluso superó a lo hecho en su clásico en vivo desde Corrientes, pero se quedó tremendamente corto en energía.

Elegir una formación a la redonda, sentados todo el tiempo y en medio de una oscuridad desconcertante, hasta deprimente con luces aparentemente ensayadas, no le hizo nada de justicia a temas para mover el bote a todo lo que da como “Creo que me enamoré”, “Solo un momento” o “Los Caminos de la Vida”; muchos le dio la atmósfera romanticona que necesitaban los covers “Algo contigo” y “No te apartes de mí”.

Visualmente tampoco me pareció atractivo. Las tomas, movimientos e intenciones de la cámara, no dieron muchas opciones más allá de ver a todos en un plano medio y aquí le paramos de contar, pero eso, era lo de menos.

Y la neta, no les voy a mentir, desperdició dos buenas oportunidades para tocar canciones nivel prime de su repertorio para interpretar una versión de “Vasos Vacíos” muy gris, sin emoción, muy de ahuevo, además de una versión a puro piano de “Basta de llamarme así”, ambas de Los Fabulosos Cadillacs, ambas innecesarias, nadie las quiere, nadie las extraña.

Pero de los males el menor, así que por el esfuerzo, por el talento de sus acompañantes y porque sí canté bien fuente, desde las heridas del alma uno de otro estribillo, el Gabriel Julio Fernández Capello se llevará un ocho de calificación, ¿por qué le pongo calificación? No sé, ni me importa.

AGUANTE VICENTICO.

Estas fueron algunas de las rolas que tocó, no me acuerdo de todas porque la neta me pegó el whisky, además tuve que levantarme a orinar varias veces, pinche frío, está bien rancio:

“Ya no te quiero”, “Viento”, “La carta”, “El rey del rock n roll”, “No te apartes de mí”, “Algo contigo”, “Basta de llamarme así”, “Paisaje”, “Vasos Vacíos”, “Creo que me enamoré”, “Morir a tu lado”, “Solo un momento”, “Los Caminos de la vida”.

Periodista musical egresado de la UNAM; ahora editor SEO, reportero y fotógrafo de esta H. revista digital, con más de siete años en el mundo de las notas, reseñas y opiniones de la industria musical. Interesado cien por cien en la búsqueda de nuevos sonidos, tendencias y datos históricos.

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