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Federico Cecchetti, director de Jikuri: “Dimos con los chamanes que lo hacen (ritual del peyote) y que están prácticamente extintos”

El cine mexicano sigue abriendo espacio a voces interesantes como Federico Cecchetti con Jikuri, que nos recuerda la belleza de nuestras raices.

AJ Navarro

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El cine mexicano sigue abriendo espacio a voces interesantes como Federico Cecchetti con Jikuri, que nos recuerda nuevamente la belleza de nuestras raices

Federico Cecchetti está de vuelta para continuar recordándonos la bella cosmogonía de México. Después de El Sueño del Mara’Akame (2016), ahora nos lleva por un viaje al país de los tarahumaras. Pólvora conversó con el cineasta egresado de la ENAC sobre Jikuri, este nuevo encuentro con las raíces de nuestro país que suma a las historias poco convencionales de nuestra industria.

De surrealistas y la rasca del peyote: el origen de Jikuri

La inspiración de esta cinta llegó por un texto interesante y la curiosidad de ese choque de mundos que a Cicchetti le llamaba la atención. “El relato está basado en el libro de Antonin Artaud, un artista del surrealismo en Francia de principios del Siglo XX que fue dramaturgo, poeta y actor pero sobre todo tenía un afán filosófico y estético de buscar las raíces de lo que él quería que fuera el teatro, que estaba ligado con el ritual y las fuerzas de la naturaleza. Por eso vino a México, a buscar esta relación que había entre el arte y lo sagrado “.

“Su libro básicamente es esa investigación que él hizo y que lo llevó a la Sierra Tarahumara. Cuando lo leí, me encantó y me sentí muy identificado con su búsqueda del arte, lo que me hizo seguir un poco sus pasos tratando de encontrar los rituales que él vio allá pues describe varias cosas, dentro de los cuales el más importante era el del Jikuri, que es el peyote. Dimos con los chamanes que lo hacen y que están prácticamente extintos. Creo que eso es una de las partes más interesantes de la película“., explicó el egresado de la ENAC.

Federico Cicchetti vuelve a retratar una historia de nuestras raíces y rituales en Jikuri.
Federico Cicchetti vuelve a retratar una historia de nuestras raíces y rituales en Jikuri.

El camino del Jikuri: recreando un ritual legendario

Claro que, poder recrear este importante ritual no fue sencillo para el director mexicano. “Lo más difícil fue que ese ritual ahorita básicamente ya no existe, entonces en el 95 por ciento de la Sierra Tarahumara si tú mencionas a la palabra Jikuri, a ellos les da miedo porque lo asocian con algo demoníaco que te puede robar el alma y sólo hay una micro región donde aún se practica. De cinco años que estuve buscando a los chamanes, solo encontré a dos muy viejos, algo que contrasta con los Mara’Akames de los huicholes donde en cada pueblo hay varios”.

Acá están los curanderos, les llaman o wiruame, que son de varios tipos, pero el más poderoso son los sipames, que son los que hacen esta raspa del peyote y que tienen comunicación con este espíritu. El reto después fue convencerlos de que me dejaran ver el ritual. Nunca participé de él, se me permitió presenciarlo y fue maravilloso. Creo que uno de los aciertos de la película es que lo reprodujimos y básicamente lo vivimos, entramos ahí, pero dentro de una ficción y así representar al espíritu del Jikuri como me lo imaginé”, declaró Federico.

Para ello la fotografía y los efectos visuales son importantes, dándole este aire de realismo mágico a la cinta respetando la cosmogonía rarámuri. “Iván Hernández y su lente fueron fundamentales, pues él básicamente iluminó todo con fuego con distintos recursos que él inventó y diseñó., sobre todo en la parte de la sierra donde no hay ni una luz y hay varias noches. Eso le da una atmósfera especial a la cinta, sin duda“, señaló.

Después de ello sumamos distintos recursos. Por ejemplo, la criatura fue hecha con puro VFX sobre el movimiento que nos hizo un bailarín en el set y tal cual era como una danza. Porque el espíritu llega y se une al ritual mediante ella, por eso queríamos que fuera así. El recurso de las almas, nos quedamos con un efecto muy sencillo que es casi una emulación de los inicios del cine. Es como una sobreimpresión a color con lo que creamos ese desprendimiento de las almas”, agregó Cecchetti.

La locura del surrealista Artaud se conjunta con la cosmogonía rarámuri en Jikuri.
La locura del surrealista Artaud se conjunta con la cosmogonía rarámuri en Jikuri.

La batalla por las almas: los actores de Jikuri

Una de las partes fundamentales en este filme es la cuestión de las almas visto desde la cosmovisión tarahumara y la forma en como se recrea. “La locura de Artaud se debe a que él perdió una de sus almas porque no siguió las reglas del ritual. Entonces, era muy importante representar eso en visuales. Intentamos varias cosillas y al final optamos por esta solución muy sencilla. Y sí, jugamos con los colores y al final quisimos también dar una resolución visual al conflicto que tiene“, apuntó el también director de El Sueño del Mara’Akame.

La división de las almas forma parte de la cosmogonía tarahumara. Cuando uno se enferma de gravedad, se supone que es porque perdió una de ellas. Nunca encontré realmente una versión de a qué está ligada cada alma o qué representa pues hay muchas versiones distintas. Pero el lugar común que había era que los hombres tenemos tres y las mujeres cuatro. Cualquier perturbación grave está basada en la pérdida de una de ellas, La premisa de la cinta se basa en esta creencia. Por eso, Rayenari, que es el personaje principal junto con Artaud, se da la tarea
de ir a buscar metafóricamente el alma perdida del francés”
, añadió el realizador.

Y es que el lazo entre ambos protagonistas se deja claro, siendo este juego también la clave para lo que sucede en los dos mundos que vemos en la cinta. “Se hace un espejo entre ellos. De hecho, así empieza la película. Lo que vemos es cómo influyen el uno al otro en su camino de vida. Ciertamente, siempre los vi como una hermandad entre ellos. Y fue un reto encontrar a los actores, pues fueron muy distintas las maneras de abordarlos“, confesó Federico.

Con François Negret, que da vida a Artaud, vimos que realmente tenía una conexión muy profunda con el artista y siempre lo había querido representar. Entonces, fue muy interesante. Por el otro lado, tuvimos a José Cruz Apachoachi, que es un rarámuri puro, en el sentido de que sigue muy ligado a su cosmovisión, se viste con su traje típico y tiene ese orgullo de ser rarámuri, de ser corredor y de todo lo que eso implica“, aseveró.

El francés  François Negret revive la locura de las almas perdidas de Artaud en Jikuri.
El francés François Negret revive la locura de las almas perdidas de Artaud en Jikuri.

La música, la danza y Juana de Arco

Cecchetti también utiliza un breve metraje de La Pasión de Juana de Arco (Dreyer, 1928) para mostrar un poco de la realidad detrás de esta ficción mágica. “Desde la primera versión del guion tenía claro que quería que apareciera ese fragmento porque es el más icónico de Artaud en el cine, además que es la mejor película, creo yo, en las que apareció, por lo menos para mi gusto. Entonces, desde el principio era importante que tuviera este momento donde él se ve a sí mismo actuar, que además creo que en la película funciona porque el actor es bastante parecido. Entonces este juego funciona muy bien y lo demás fue un trámite de producción“.

Pero es la música y la danza las que resaltan todavía más en el filme, siendo claves para lao conexión con las raíces tarahumaras. “Hay un libro que se llama Danzar o Morir cuyo título representa mucho de la cultura rarámuri que está basada 100% en la danza. Su manera de relacionarse con lo divino es a través de ella. Entonces, era súper importante para mí que eso se reflejara en la película y por eso esa acción es lo que une a los personajes con su destino y es lo que los hace trascender“,expuso el realizador mexicano.

La música la hizo Emiliano Mota, que es mi colaborador cinematográfico. Es un músico súper talentoso y nuestra premisa fue utilizar sonoridades totalmente rarámuris que son muy raras. Son instrumentos súper extraños y por lo mismo sonoridades poco escuchadas y eso predomina en la primera parte del filme. Hicimos, juntos una investigación, conseguimos instrumentos como el raspador, que es el instrumento del chamán que usan para llamar al espíritu del Jikuri“, expuso a su vez.

También usamos el chapareque, que es un instrumento ancestral que básicamente ya está casi extinto. Es un palo con unas cuerdas y la boca es la caja de resonancia, entonces suena súper raro, además de también usar violines tradicionales. En la segunda parte metimos fragmentos de orquesta de un cuarteto de cuerdas que compuso mi hermano Marco así como utilizamos sintetizadores y cosas así para acompañar el manicomio“, reveló Federico.

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La belleza de la cosmogonía rarámuri es retratada de manera mágica por Cecchetti.

Finalmente, Cecchetti habló de la relevancia que tiene mantener estas raíces vivas y recordarlas a través del cine. “El poder compartir y mostrar un ritual superior que básicamente está perdido y ya casi no se usa. Esperemos que esto ayude a que sobreviva y por lo menos a que más gente lo siga conociendo. Eso tiene un valor muy intrínseco porque también nos habla de cómo las culturas se han ido perdiendo desde la Conquista y cómo el catolicismo y el cristianismo hizo desapareció o transformó esos rituales. Hay algunos pocos que siguen estando en su forma primigenia como éste, que son la manera que tienen estos pueblos de conectar con lo espiritual“, concluyó.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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